sábado, 22 de diciembre de 2012

Capítulo 23: El fin de un mundo.

Al despertarme, me di cuenta de que fuera llovía. Algo extraño. Al observar toda la habitación, supe que Axel había estado toda la noche en aquella habitación, haciendo a saber qué. Me vestí, fui a despertar a Kael, el cual rezongó un poco más en la cama, al igual que su padre, y le bajé a la cocina.

Cuando entramos, Ángela y Shane ya estaba allí, pero seguía sin haber rastro de Axel. Hice un mohín con los labios antes de saludar.

-Buenos días, Ángela. Hola, Shane. -Dejé a Kael en su silla, di un beso en las cabezas de ambos niños, y me dirigí a mi amiga.- ¿Qué tal habéis dormido?
-Genial, la verdad. Las camas eran muy cómodas. -Sonreía alegre, como siempre.
-Estupendo. Me alegro de ello...
-¿Y Axel?
Me encogí de hombros, pues no conocía la respuesta.
-Tal vez haya salido todo el día, o quizá esté en alguna habitación de la casa trabajando, y dudo que salga en todo el día.

Ángela asintió y terminamos juntas de dar el desayuno a los chicos.

-¿Te parece bien si vamos los cuatro al parque? -Me preguntó.- Hace muchísimo que no vamos... ¡Porfa, porfa, porfa!
-Está bien. -No pude hacer más que reírme por su forma de pedírmelo.

Tras vestir a los niños, fuimos al parque que había a unos diez minutos de casa. Era un parque infantil grande, con un enorme tobogán, unos columpios increíbles, una casa de madera con varias habitaciones, y una estructura de cosas varias, -anillas, redes, escaleras, barras horizontales...-.

Shane y Kael corrieron a ver quién era el primero en tirarse por el tobogán, mientras nosotras hablábamos de todo un poco.

A pesar de estar manteniendo una conversación, por dentro de mi ser estaba destrozada. Sentía que mi relación con Axel estaba cambiando, y no era hacia algo mejor, precisamente. Su portazo de anoche me desveló muchas cosas, y ninguna buena. Claramente, todo estaba lléndose a pique. Y para colmo, esta mañana no ha salido de ese cuarto... ¿Qué estará haciendo? ¿Estará bien?

-Ángela, necesito volver a casa, ¿puedes quedarte con Kael un rato más?
-Claro que sí, Mizu... Pero vuelve pronto, ¿vale? -Me guiñó un ojo y me marché.

No podía haber sucedido nada malo. Ese libro era inofensivo para él. ¿Qué tiene el libro que no tenga yo? Aparte de tinta, claro...

Al llegar por el camino de gravilla, un trozo de ceniza me asaltó la cara. Al quitarlo y mirarlo, maldije en alto.

-Estúpidas barbacoas para estúpidos vecinos.

Subí corriendo y llamé al cuarto donde se encerró la noche anterior y esperé respuesta. Nada. Volví a llamar, pero obtuve el mismo resultado. Me quedé pensando unos minutos, pero sólo se me ocurrió una forma de abrir la puerta, y la llevé a cabo, con lo que preparé el cuerpo y le propiné una fuerte patada a la puerta, que no se abrió, pero cedió un poco. Le di otra patada y el cerrojo cayó al suelo con un tintineo metálico.

Al quedar la puerta abierta completamente, lo primero que vi fue la ventana abierta, un poco más abajo, un montón de cenizas, y en una pared ennegrecida, apoyado y sentado, Axel, inconsciente. Corrí junto a él, arrodillándome a su lado.

Cogí su cara entre mis manos como pude, levantándosela y dándole pequeños tortazos.

-Axel. -Llamé.- ¡¡AXEL!! ¡¡DESPIERTA!!

En mi desesperación, Axel entreabrió los ojos, murmurando algo mientras señalaba la ventana y el montón de cenizas.

-¿Cómo...? ¿Qué ocurre, Axel? -Yo miraba hacia la ventana, pero no veía nada fuera de lo común.
-El... libro... -Balbuceaba.- Destruir... mi... vida... a... cambio...
-¿Has dado tu vida a cambio de destruir el libro?

Asintió con sumo cuidado, cerrando los ojos. Cogió mi mano, aunque sin fuerza, y me miró un instante, con los ojos tristes y anegados en lágrimas.

-Te... veré... más... allá... del arcoiris...

De repente, su mano cayó, sus ojos se cerraron de nuevo, pero esta vez para siempre, mientras una última lágrima recorría su mejilla, y unas cuantas más recorrían las mías, mientras apretaba su mano entre las mías. De su cuerpo salió una pequeña nube de humo negro, saliendo por la ventana. Ese es el último recuerdo que tengo de Axel. El gran Axel Ray, fuerte y valiente. El libro que había transcrito llevaba una carta hacia Kael y yo. En resumen, decía que destruyésemos esta copia, que no quería que su hijo continuase su mismo camino. Quería que fuese un ángel.

A pesar de su raza, su personalidad, y su apariencia, Axel era un demonio con piel de ángel.