sábado, 22 de diciembre de 2012

Capítulo 23: El fin de un mundo.

Al despertarme, me di cuenta de que fuera llovía. Algo extraño. Al observar toda la habitación, supe que Axel había estado toda la noche en aquella habitación, haciendo a saber qué. Me vestí, fui a despertar a Kael, el cual rezongó un poco más en la cama, al igual que su padre, y le bajé a la cocina.

Cuando entramos, Ángela y Shane ya estaba allí, pero seguía sin haber rastro de Axel. Hice un mohín con los labios antes de saludar.

-Buenos días, Ángela. Hola, Shane. -Dejé a Kael en su silla, di un beso en las cabezas de ambos niños, y me dirigí a mi amiga.- ¿Qué tal habéis dormido?
-Genial, la verdad. Las camas eran muy cómodas. -Sonreía alegre, como siempre.
-Estupendo. Me alegro de ello...
-¿Y Axel?
Me encogí de hombros, pues no conocía la respuesta.
-Tal vez haya salido todo el día, o quizá esté en alguna habitación de la casa trabajando, y dudo que salga en todo el día.

Ángela asintió y terminamos juntas de dar el desayuno a los chicos.

-¿Te parece bien si vamos los cuatro al parque? -Me preguntó.- Hace muchísimo que no vamos... ¡Porfa, porfa, porfa!
-Está bien. -No pude hacer más que reírme por su forma de pedírmelo.

Tras vestir a los niños, fuimos al parque que había a unos diez minutos de casa. Era un parque infantil grande, con un enorme tobogán, unos columpios increíbles, una casa de madera con varias habitaciones, y una estructura de cosas varias, -anillas, redes, escaleras, barras horizontales...-.

Shane y Kael corrieron a ver quién era el primero en tirarse por el tobogán, mientras nosotras hablábamos de todo un poco.

A pesar de estar manteniendo una conversación, por dentro de mi ser estaba destrozada. Sentía que mi relación con Axel estaba cambiando, y no era hacia algo mejor, precisamente. Su portazo de anoche me desveló muchas cosas, y ninguna buena. Claramente, todo estaba lléndose a pique. Y para colmo, esta mañana no ha salido de ese cuarto... ¿Qué estará haciendo? ¿Estará bien?

-Ángela, necesito volver a casa, ¿puedes quedarte con Kael un rato más?
-Claro que sí, Mizu... Pero vuelve pronto, ¿vale? -Me guiñó un ojo y me marché.

No podía haber sucedido nada malo. Ese libro era inofensivo para él. ¿Qué tiene el libro que no tenga yo? Aparte de tinta, claro...

Al llegar por el camino de gravilla, un trozo de ceniza me asaltó la cara. Al quitarlo y mirarlo, maldije en alto.

-Estúpidas barbacoas para estúpidos vecinos.

Subí corriendo y llamé al cuarto donde se encerró la noche anterior y esperé respuesta. Nada. Volví a llamar, pero obtuve el mismo resultado. Me quedé pensando unos minutos, pero sólo se me ocurrió una forma de abrir la puerta, y la llevé a cabo, con lo que preparé el cuerpo y le propiné una fuerte patada a la puerta, que no se abrió, pero cedió un poco. Le di otra patada y el cerrojo cayó al suelo con un tintineo metálico.

Al quedar la puerta abierta completamente, lo primero que vi fue la ventana abierta, un poco más abajo, un montón de cenizas, y en una pared ennegrecida, apoyado y sentado, Axel, inconsciente. Corrí junto a él, arrodillándome a su lado.

Cogí su cara entre mis manos como pude, levantándosela y dándole pequeños tortazos.

-Axel. -Llamé.- ¡¡AXEL!! ¡¡DESPIERTA!!

En mi desesperación, Axel entreabrió los ojos, murmurando algo mientras señalaba la ventana y el montón de cenizas.

-¿Cómo...? ¿Qué ocurre, Axel? -Yo miraba hacia la ventana, pero no veía nada fuera de lo común.
-El... libro... -Balbuceaba.- Destruir... mi... vida... a... cambio...
-¿Has dado tu vida a cambio de destruir el libro?

Asintió con sumo cuidado, cerrando los ojos. Cogió mi mano, aunque sin fuerza, y me miró un instante, con los ojos tristes y anegados en lágrimas.

-Te... veré... más... allá... del arcoiris...

De repente, su mano cayó, sus ojos se cerraron de nuevo, pero esta vez para siempre, mientras una última lágrima recorría su mejilla, y unas cuantas más recorrían las mías, mientras apretaba su mano entre las mías. De su cuerpo salió una pequeña nube de humo negro, saliendo por la ventana. Ese es el último recuerdo que tengo de Axel. El gran Axel Ray, fuerte y valiente. El libro que había transcrito llevaba una carta hacia Kael y yo. En resumen, decía que destruyésemos esta copia, que no quería que su hijo continuase su mismo camino. Quería que fuese un ángel.

A pesar de su raza, su personalidad, y su apariencia, Axel era un demonio con piel de ángel.

jueves, 18 de octubre de 2012

Capítulo 22:

Había pasado un mes ya desde que Axel había despertado. Habíamos estado haciendo una especie de rehabilitación para que recuperase por completo su fuerza mientras preparábamos el próximo cumpleaños de Kael. Me encontraba colgando unos globos por toda la casa para la pequeña fiesta, a la que Kael había insistido en invitar a algunos compañeros del colegio, cuando, de repente, me resbalé de la escalerilla. Casualmente Axel pasaba por allí, y en un momento, me sujetaba por las nalgas, para que no me cayese.

-Si todo va a terminar así, puedes caer cuantas veces quieras, ¿eh?
Empecé a reír nerviosa por el susto que me había dado, al igual que por tener sus manos en mis nalgas.
-Gracias, amor... -Recuperé el equilibrio y terminé de colgar el último globo morado. -Ya está... -Abarqué el salón con ambos brazos. -¿Qué tal me ha quedado?
-Ya sabes que para mi, siempre serán demasiados colores, estoy acostumbrado al negro...
Me encogí de hombros y sonreí satisfecha.
-Pero no vamos a poner globos negros para un cumpleaños, y menos el de un niño. -Me froté las manos y me senté en el sofá. -En un rato, tendré que hacer una merienda casi para un regimiento. Estos niños comen como lobos...
Se dejó caer sobre el sofá tumbado.
-Yo estaré ausente en presencia de todos esos niños.
-¿Dónde vas a irte? Es el cumpleaños de tu hijo, ¿no piensas estar presente?
-Sí, pero cuando los niños se larguen. -Encendió un cigarro.
-Hum... -Suspiré y sacudí la cabeza. -Está bien, está bien... ¿Y dónde irás?
-A mi habitación, claro, ¿O también piensan invadirla esos sacos de babas andantes?
Eché a reír.
-No, no, cariño. Sólo estarán en el salón y luego, si acaso, saldremos al jardín.
Alzó un pulgar.
-Genial.
Sonreí, me levanté, y al pasar por su lado le revolví el pelo.
-Sacos de babas andantes... Qué ingenioso... -Reí y me fui hasta la cocina.

Tras preparar sándwiches, canapés, y llenar tres jarras con zumo, cada una de un sabor, llegaron Ángela con Shane. Venía del brazo de un hombre, alto, al menos más alto que ella, moreno y de ojos verdes oscuros. Alcé una ceja mirándola sonriente.

-Vaya, Ángela... ¿Con quién vienes?
-Este es John, Mizuki. Es... bueno, salimos juntos de vez en cuando... -Se sonrojó como un tomate al presentármelo.
-Un placer, John, Pasad, por favor, enseguida llegará el resto de las madres con sus niños. Claro que... seremos las únicas madres presentes, porque Axel se va a encerrar en su habitación.
Desde el sofá, movía la cabeza de un lado a otro mientras daba palmas bromeando y cantando...
-Ángela ha ligaaadooo, Ángela ha ligaaaaadoooo.
-¡Axel! -Me reí disimuladamente. -No hagas eso, burro.
-¡Que me corrijan si me he equivocado!
Negué con la cabeza, dando el caso por perdido, y les hice pasar al salón.
-Axel, mi amor... Levántate a saludar, no seas animal.
 Alzó una mano desde el sofá mientras aspiraba una calada del cigarro, expulsando el humo.
-¡¡EEEEEEEEPAAAAAA!!
Me puse con los brazos en jarras, mirándole iracunda.
-Axel...
-Estoy enfermito, ¿no me vas a dar tregua? ¡¡KAEL!! ¡¡PLACAJE A TU MADRE!!
De repente, Kael se lanzó sobre mis piernas, placándome.
-¡Kael! Como vuelvas a hacerle caso a tu padre sobre placarme, se cancela el cumpleaños, ¿eh? -Le miré alzando el dedo índice. -¿Te has enterado?
Kael me miró con cara de niño bueno, con el dedito en los labios, y asintió.
-Vale, mami... Lo siento... -Se fue corriendo a su habitación a prepararse para la fiesta.
-Gané otro asalto. -Axel sonrió triunfal alzando el puño.
Le miré frunciendo el ceño.
-No has ganado nada, que lo sepas. -Me giré hacia Ángela y John.- ¿Queréis tomar algo, chicos?
Axel alzó la cabeza, mirándome.
-Por cierto, cariño, he mejorado bastante. ¿Quieres verlo?
Asentí sonriendo mientras los dos invitados negaban con la cabeza, contestando a mi pregunta.
-Vale, amor, pero... ¿por qué ahora?
-Pues ya no te enseño nada, ea, -Se levantó dirigiéndose a la escalera. -Ya sabes donde estaré.
-Pero si yo no he dicho nada... -En ese momento llamaron de nuevo a la puerta. Negué con la cabeza y fui a abrir. En ese momento entraron dos niños, su madre me dio un papel con su teléfono, por si había alguna urgencia, y se fue, dejándome cerrar la puerta. -¡Kael! ¡Ya empiezan a llegar tus amiguitos!

Tras la fiesta de cumpleaños, me puse a recoger todo con ayuda de Ángela, ya que John también se había ido. Ella se quedó recogiendo lo último mientras yo subía a la habitación.

-Axel, mi amor... ¿Qué haces?

Tras la puerta se escuchó un estruendoso ronquido. Entré y cerré la puerta tras de mi. Axel estaba retorcido de mala manera en la cama, completamente dormido. Me tumbé como pude a su lado y le acaricié el pelo.

-Axel, amor... -susurré en su oído.- Despierta...
Medio dormido, dijo:
-Si no es para hacer guarrerías, no me levanto...
-Venga, si quieres, hacemos guarrerías, pero levántate... -Reí leve mientras le sacudía con cuidado.-
Abríó los ojos como platos y se incorporó en la cama.
-¿Guarrerías, dónde?
-Pues donde quieras... Es decir, dentro de la habitación, porque fuera están Kael, Ángela y Shane.
-Bromeaba. -Se levantó de la cama y caminó hacia la puerta. -Estoy hecho polvo desde que pasó eso...

Durante ese mes, había dejado pasar el origen de que cayese en coma, para no hacerle hablar pronto y no presionarle, pero ese tema me comía por dentro.

-Axel... Necesito saber qué pasó ese día...
-¿Cuál?
-El día que... -tragué saliva ruidosamente,- caíste en coma... El día de nuestra boda... -Agaché la cabeza cuando me senté en el borde de la cama.
-En resumen... hasta donde tu sabes, después de eso, clavé una daga en la tubería del gas, tras combatir a uno tras otro, fui apuñalado por la espalda, en el hombro. -Señaló dicha cicatriz.- Entonces, dirigí una bola de fuego a la tubería, es decir, era un mecanismo de emergencia, por si las cosas se ponían feas, después de eso... todo explotó, y una viga me hizo caput en la cabeza. Al menos pude volver a casa.
-Tuviste suerte... Pero fuiste un inconsciente. ¿Y si no llegas a poder volver a casa? ¿Y si hubieses muerto... allí, en esa iglesia...?
-Ten por seguro que hubiese muerto de haberme quedado a ver lo que pasaba, además, vives demasiado en el pasado.
-Ya... Lo siento. -Me levanté y me abracé a él, con los ojos empañados en lágrimas. -No podría imaginarme mi vida de nuevo sin ti, Axel...
-Tarde o temprano, Kael habría aprendido a resucitarme.
-No me gustaría tener que acudir a ello, la verdad... -Me separé de él secádome los ojos.
-Ya, bueno... en fin, creo que tendré que hacer el trabajo sucio, y como siempre, sin despeinarme.
-¿Qué trabajo sucio? ¿A qué te refieres?
De repente aparecieron diez ataúdes, cinco a cada lado de Axel.
-No pensabas que recogerías tu todo el estropicio causado por los babeadores andantes, ¿no? -Se abrieron las 10 tapas. -¡VENGA, A RECOGER, YA!
Me quedé observando cómo se ponían a limpiar, alzando las cejas.
-Vaya, son rápidos, eh...
Eso es lo de menos. -Ya habían recogido todo. -Y el trabajo que te has evitado, ¿qué? De nada, ¿eh?
-Gracias, amor. -Me alcé para besar efímeramente sus labios.- Te quiero, ¿sabes? -Ángela se había quedado patidifusa, sin trabajo que hacer.
-Mizuki, me voy ya, ¿de acuerdo? Tengo que acostar pronto a Shane, mañana nos vamos de excursión con John al campo.
Asentí y me despedí alzando una mano.
-Hasta pronto, Ángela.
-Ángela. -Axel la miró serio.
-¿Sí, Axel? ¿Qué ocurre?
-Hay habitaciones de sobra, podéis quedaros aquí, y mañana, podrás disponer de más tiempo, yo me encargo de crear un portal.
-¿Estás seguro? No quiero que seamos una molestia para vosotros, es decir... tendréis vuestra vida de matrimonio, y no quiero ser un estorbo aquí esta noche...
-No molesta en absoluto, ya he dicho que hay habitaciones de sobra, para que Shane descanse tranquilo.

Acompañé a Ángela y una de las habitaciones vacías y le dejé un pijama de Kael para que Shane durmiese con él.
-Si hay algún problema, ya sabes que puede decírnoslo, ¿vale? Toma. -Le tendí un pijama mío de entretiempo. -Ponte este tú para dormir. Mañana te veo, querida. -Cerré la puerta al salir y bajé de nuevo, en busca de Axel.-Bueno, ¿tú no me ibas a enseñar algo?
-Sí, pero no es nada, no importa.
-Sí importa. Venga, enséñamelo, por favooooor. -Le miré suplicante.-
Negó con la cabeza.
-Creo que me enseñaré a mi mismo, el camino hacia la cama.
-¡Axel! No te enfurruñes. Venga, enséñamelo, anda, que me importan tus progresos...
Alzó una ceja.
-No me he enfurruñado, solo estoy cansado.
-¡Pero si has dormido toda la tarde! ¿Cómo puedes estar cansado aún?
-No he dormido toda la tarde...
-Cuando llegué estabas roncando. ¿Si no dormías, qué hacías? Axel... ¿Estás bien...?
-Si, si, estoy bien, no es nada.
-¿Seguro? Axel, ¿no me estarás ocultando nada, ¿verdad? Estás un poco... raro... -Frunció el ceño. -Quizá esté raro porque llevo un mes intentando curar heridas que deberían haberlo hecho en menos de una semana -dijo cortante desviando el tema.
-Axel, es normal, debido al coma, tu alto nivel de regeneración bajó hasta el nivel de un humano común y corriente...
-Volverá a ser el mismo, cueste lo que cueste.
-Eso irá poco a poco, al igual que el resto de tus poderes. Cuando quedaste en... coma... te redujiste a las capacidades de un humano normal. Poco a poco, volverá todo a la normalidad, y tú volverás a ser el demonio brujo de siempre...

Cogió el libro de hechizos legado por su madre, salió de la habitación, y se encerró en otra, echando el pestillo con un portazo tras de sí. Entré a la habitación y me puse el camisón, metiéndome en la cama. Los niños me habían dado tanto trabajo que estaba agotada, de modo que caí rendida en los brazos de Morfeo enseguida.

lunes, 15 de octubre de 2012

Capítulo 21: Renacer.

Mi madre se acercó a mi, despertándome de mi duermevela agitándome levemente por un hombro. -Hija, vete a casa, descansa bien, dúchate, come bien, y luego, cuando te encuentres mejor, vienes. Me desperecé disimuladamente, parpadeando varias veces. Tenía los ojos ciertamente pegados por las legañas, debidas a que, casi siempre, me quedaba dormida llorando. Asentí a mi madre y cogí un taxi a casa. Mientras me duchaba, comencé a pensar en todo desde hace un mes hasta el momento actual. La primera semana, no me había movido del lado de Axel, hasta que mi madre me dijo que debía ducharme, que no podría estar allí eternamente, y tenía razón. Me sentía sucia, pero, a su vez, me sentía inútil por no poder hacer que Axel despertase de su coma. Había estado un día tras otro con él, era reacia a volver a casa para cualquier cosa, pero sabía que, por mi bien, debería hacerlo. Así que, mientras yo iba a casa a asearme y descansar un poco, mis padres o Ángela se quedaban en el hospital con él. Lo que más rabia me daba de todo era que Kael no dejaba de preguntar por su padre, y no podía decirle la verdad. Le había dicho que papá estaba malito, y que estaba en el hospital, que le vería pronto, pero... ¿realmente volveríamos a verle despierto algún día? Toda mi fuerza la destinaba a creer que así sería, no podía perder la esperanza, si no, estaría completamente perdida. Total, cuando terminé, y dormí, -si a eso se le puede llamar dormir,- volví al hospital. Allí estaban mis padres, hablando de sus cosas. Al verme llegar, se levantaron ambos y dejaron de hablar. Me acerqué con el ceño ligeramente fruncido, pensaba que estarían hablando de algo de lo que no podía enterarme. Me crucé de brazos, hacía algo de fresco en el pasillo. -¿Ocurre algo? -Miré a mis padres, cambiando la vista de uno a otro. -No, hija, para nada. Estábamos hablando de lo que pasó en la iglesia... Nada más. -Mi padre me abrazó por los hombros, dándome calor, gesto que agradecí con una mirada y una pequeña sonrisa. -¿Cómo está Axel...? -Pregunté, con un hilo de voz. Mi madre se encogió de hombros y me cogió la mano. -Parece que sigue igual, mi niña... Entra a verle, si te parece. Asentí y entré, viéndole allí, intubado, enchufado a una maldita máquina que respiraba por él, dormido aún. Había soñado muchas veces despierta con su despertar, y, al parecer, cuando me puse a su lado y le cogí suavemente la mano, la imaginación me jugó una mala pasada. Parecía haber abierto los ojos, pero, al fijarme, aún los tenía cerrados. Me desplomé en un asiento a su lado, sin soltarle la mano. De repente, me pareció notar un ligero apretón, muy débil, en la mano. Miré a Axel, pero aún tenía los ojos cerrados. Sacudí la cabeza, intentando relajar la mente, y sacudirme esas "ensoñaciones" de la cabeza. Un rato después, estaba de pie, mirando hacia la pared, de espaldas a Axel, y me pareció oír un leve quejido. Al darme la vuelta, todo seguía igual. Me volví a acercar a Axel, cogiéndole de nuevo la mano, y acercándome a su rostro. -¿A-Axel...? -Susurré con un hilo de voz, casi con miedo. No ocurrió nada, todo seguía en silencio, o lo hubiese estado completamente si no hubiese sido por la dichosa máquina. -¿Axel? -Volví a llamar, pero nada sucedió. Cuando me iba a dar por rendida y a soltarle de nuevo la mano, algo me lo impidió. Me miré la mano, sorprendida. La mano de Axel estaba apretada, reitero, apretada alrededor de la mía. Subí mis ojos desde nuestras manos hasta sus ojos, y allí vi un leve destello rojo que se clavaba en mis ojos. En ese momento, fui la mujer más feliz del mundo. Axel había despertado. Le respondí al apretón de la mano ligeramente, no quería hacerle daño. Tenía los ojos entreabiertos, y las ojeras se le marcaban más de lo normal. -Axel... Has despertado... -Sonreí y un par de lágrimas cayeron sobre las sábanas de la camilla, humedeciéndolas. -He... ¿despertado? -Susurró, algo debilitado aún. Yo asentí y cerré los ojos un segundo. -Llevabas en coma un mes, amor mío... -Besé su mano con cariño, con toda la dulzura existente. -¿Un mes...? Joder, ¿Me he tirado un mes con David el Gnomo...? -Axel rió con poca fuerza y tosió. -Sí... Pero no hables, no hagas esfuerzos. Voy a llamar al médico. Salí de allí como una bala, encontrándome con mis padres en el pasillo. Se me quedaron mirado mientras corría por los pasillos en busca del médico. Al volver con éste, me paré en la puerta y fui hacia mis padres. -¡Ha despertado! ¡Ha despertado! Mi madre sonrió con dulzura y me abrazó, y mi padre nos abrazó a ambas, abarcándonos con sus brazos. -Nos alegramos tanto, hija mía... -Mi madre parecía emocionada,casi tanto como yo. Volví dentro, con Axel y el médico. -Aún tenemos que hacerle algunas pruebas, -anunció el médico, -y dejar que se recupere, por supuesto. Pero, por el momento, parece estable. Asentí y nos dejó de nuevo a solas. -Estás bien, ¿lo has oído? Axel asintió, esbozando una pequeña sonrisa. -Me recuperaré antes de mañana, de eso podéis estar seguros.

domingo, 14 de octubre de 2012

Capítulo 20: Boda sorpresa.

Las puertas de la iglesia se abrieron de par en par, dejando ver su interior. No había muchos invitados, pero los pocos que había eran nuestros más allegados. Al fondo, ante el altar, veía a Axel, esperando impaciente. Entré despacio, sonriente, al son de la marcha nupcial, del brazo de mi padre. Al llegar junto a Axel, mi padre juntó nuestras manos y se puso a mi lado. Miré a Axel a los ojos, transmitiéndole toda mi felicidad con una sola mirada, y sonreí ampliamente. Él estaba muy nervioso, parecía no saber cómo reaccionar. Apreté su mano y me giré hacia el cura, el cual había empezado ya a sermonear, lo típico.

-Queridos hermanos, -proclamó el cura,- estamos aquí para unir en santo matrimonio a Axel Ray, -señaló hacia Axel,- y a Mizuki Spark, -hizo lo mismo hacia mi. Yo apreté la mano de Axel de nuevo y le miré de soslayo, viéndole ensimismado. Le sacudí levemente la mano para ver si volvía en sí, mientras el cura seguía hablando. Sinceramente, no me estaba enterando muy bien, pues estaba recitando un trozo de la Biblia, algo sobre el amor y el matrimonio.- ... Y entonces fue cuando proclamó que el amor no era ni grande, ni pequeño, ni mucho, ni poco, simplemente, el amor no tiene medida. -Y así continuó con su retahíla.

Axel medio espabiló, y me miró, dedicándome media sonrisa.

-Hermanos, ponéos de frente, y miráos a los ojos. -Me giré, mirando a Axel, intentando calmar sus nervios. Axel hizo lo mismo, pero sus nervios no se calmaban.
-Axel Ray, ¿quieres a ésta mujer, Mizuki Spark, como esposa, para amarla y respetarla, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe?
-Respetar, lo que se dice respetar... -Bromeó Axel, y se oyó una grave tos de fondo. Mi padre. -Pero sí, sí quiero, padre.
El padre se aguantó la leve risa y continuó.
-Y tú, Mizuki Spark, ¿quieres a este hombre, Axel Ray, como esposo, para amarle y respetarle, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe?
Mis ojos se anegaron de lágrimas, pero mi voz salió sin quebrarse.
-Sí, quiero.
-Entonces, por el poder que me ha sido otorgado, yo os declaro marido y mujer. Puedes besar a la novia.

En ese instante, Axel me besó con pasión. Al separar nuestros labios, le miré sonriendo, y susurré:

-Hasta el fin de mis días...
-Y más allá del arco... -Sus palabras se vieron interrumpidas por intrusos, ángeles cabreados, Axel nos agarró a mi y a Kael, haciéndonos pasar por un portal a casa de Ángela, la nuestra estaría vigilada, eso seguro, tras hacernos pasar, lo cerró.

Me quedé completamente parada, con Kael entre mis brazos, completamente confusa. ¿Qué acababa de pasar? Kael se echó a llorar asustado, y le abracé con más fuerza, acariciando su pelo. Le cogí y le subí a una habitación, echándole sobre la cama. Cogí algo de ropa de Ángela y me tumbé con Kael, aún llorando.

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<b>Axel</b>

-Axel, ¿¡qué ocurre!? -Ayelet se dirigió rápidamente hacia mi, desenfundando su recién obtenida espada.- ¿Podemos ayudar? -El tumulto de ángeles se movía rápido.
-Esta pelea no la libraréis, Ayelet, Asmodeus, lo siento, pero... Largáos con Mizuki.
-¿Y dejarte aquí solo? -Ayelet parecía realmente preocupada.
-¡Estás loco! Son demasiados, podrías morir.
-Asmodeus, no es una pregunta.
-Abre el portal, entonces. -Cogió a Ángela y Shane al vuelo, los cuales intentaban esconderse donde fuera.- ¡Vamos, Ayelet! ¡¡Ya!!
Abrí un portal en un susurro.
-Si no os largáis, tomaré medidas drásticas al respecto. -Invoqué a la potente desgarradora en mi mano y se la enseñé a Asmodeus. -Ahora, desgarradora y tú ya os conocéis.

Asmodeus saltó dentro del portal, esperando a Ayelet al otro lado. Ésta posó una mano sobre mi hombro con una mirada preocupada.

-Ten cuidado, por favor... -Entró en el portal, justo antes de que se cerrase.
-Volveré, os lo prometo. -Juré para mi solo.

El grupo de ángeles me rodeó rápidamente, y uno de ellos entró en el círculo, enfrentándome.

- Un demonio en la casa del Señor... ¿te parece bonito?
-Deberíais estar agradecidos de ser honrados con mi presencia, bastardos... -Asesté un espadazo lateral potente.

El ángel esquivó el espadazo con facilidad.

-Muy mal, atacarnos sobre suelo sagrado... -Negó con la cabeza. Parecía divertido ante la situación, con las manos en los bolsillos.
-¿Atacar? Sólo estaba calentando... ¿Venganza quizá por Melahel? ¿Ese no es un pecado capital? -Reí sádico. -La ira, quiero decir.
-¿Ira? ¿Venganza? ¿Por ese gusano? -Echó a reír. -Era un bastardo alemán que no servía para nada. Al volver sin brazos nosotros mismos nos encargamos de quitarle la poca vida que le quedaba...
-¿Y esa es la bondad de los ángeles? Patético... -Saqué un cuchillo, y lo clavé en la pared. -¿Vais a entretenerme?
-No somos tus payasos... Eres tú quien debería entretenernos... -Sacó su espada, una espada grande de dos manos, y la empuñó señalándome.
-¿Ah si? Veamos... uno... dos... tres... ¿Quieres ver como sois dos, antes de que puedas contar un segundo?
Echó a reír como un loco.
-Lo llevas claro. Ríndete como el perro que eres, demonio.

Esa fracción de segundo, fue suficiente para aparecer tras el, y Desgarradora le atravesaba el pecho.
-Bien... ¿Alguien más quiere darse delirios de grandeza? ¿O podemos empezar? -Susurré en el oído del ángel antes de que muriera. -Antes de un segundo, compañero...

Cada vez aparecían más ángeles, e iban enfrentándose uno a uno a mi, cayendo uno detrás de otro. Se me plantó delante un ángel que más bien parecía un armario emportrado. Llevaba una espada grande y gruesa, algo pesada. La levantó, intentando asestarme un golpe lateral. Yo aparecí colgando del techo.

¿Sabes lo peor de las espadas gruesas?
El armario le miró interrogante.
-Que si no las manipulas con magia, para aligerarlas, son demasiado lentas. -Salté del techo en un destello, partiendo en dos al ángel.

Se acercó esta vez lo que parecía un ángel novato. De apariencia joven, como de unos 16 años, y algo escuchimizado para ser lo que era. Levantó la espada sin dudar un momento.

-No pienses que dudaré por tu mera apariencia... -Crucé espadas con él.
-No esperaba que dudases... -Forcejearon con sus espadas duramente. El chaval ya no parecía tan poca cosa. De pronto, un ángel, desde atrás, a traición, me atacó, apuñalándome cerca del hombro.
-Vaya, vaya, vaya... Con que por la espalda... ¿Eh? -Señalé al cuchillo clavado en la pared, había reventado una tubería de gas, pero los ángeles, no parecían haberse dado cuenta. -Una adivinanza, chicos... ¿Qué es capaz de matar a un ángel, y solo un demonio es capaz de crear?

Varios ángeles se giraron a mirar donde señalaba, y todo cayeron en la cuenta, gritando al unísono:

-¡¡MIERDA!! -Intentaron huir corriendo mientras lo gritaban.

Una de mis manos, en una ráfaga de aire, cerró las puertas, y la otra envió una bola de fuego a la emisión de gas, haciendo que todo eso, saltase por los aires, entre eso, incluido yo, cuando todo saltó por los aires, sufría bastantes heridas, quemaduras graves, y la gran herida de espada próxima al hombro, había perdido demasiada sangre, abrí un portal, y aparecí en casa de Ángela, en el salón, desplomándome al instante, solo dije

-No saldrán unas buenas fotos de boda...
Mizuki bajó corriendo las escaleras al oír el golpe, y el alma se le cayó a los pies cuando vio en ese estado. Se arrodilló a mi lado y me cogió, poniendo mi cabeza sobre su regazo. Miró a Ángela, que, al parecer, se encontraba en lo alto de las escaleras. Las lágrimas ya corrían por su cara.

-No dejes que salgan los niños, Ángela. Kael no puede ver así a su padre... Y, por favor, llama a una ambulancia. -Se abrazó a mi, llorando, pero intentando ser fuerte. -Axel... Te pondrás bien, ya lo verás. Eres tú, eres fuerte... -Sus padres también bajaron corriendo y observaron en silencio el panorama. Tan solo Ayelet rompió el silencio cuando dijo:

-Menos mal que le dije que tuviera cuidado...

Abrí los ojos con la poca fuerza que me quedaba, abriendo un último portal al hospital.

-Al final... logré volver... -Escupí sangre en abundancia y caí redondo en un profundo sueño.

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<b>Mizuki</b>

Las luces naranjas brillaban sobre la carretera, camino al hospital. Iba con la mano de Axel agarrada, apretándola, como si necesitase comprobar contínuamente que seguía vivo. Aún respiraba y sus ojos se movían rápidamente bajo los párpados. Mientras siguiese vivo, aún había esperanzas. Tuvimos que llamar a una ambulancia, porque el portal, al caer inconsciente, se había cerrado de golpe, y no habíamos podido llevarle por él.

Un rato después, estaba con mis padres en la sala de espera, y Ángela se había quedado con los niños. En ese momento, más que nunca, necesitaba a mis padres junto a mí. El médico entró, y, cuando dijo su nombre, me levanté, como si hubiese un resorte en el asiento.

-¿Es usted la señora Ray?
Asentí, interrogante. En ese momento me daba igual mi apellido.
-Lamento muchísimo transmitirle la noticia, señora Ray, pero su marido, Axel Ray, se encuentra en estado de coma, causado por un traumatismo craneo-encefálico severo, además, ha sufrido bastantes quemaduras y heridas por todo su cuerpo, sobre todo el hombro, ha perdido mucha sangre, y desconocemos si volverá a despertar.

sábado, 13 de octubre de 2012

Capítulo 19: El tiempo pasa.

Empecé enseguida con los preparativos de la boda, ayudada y asesorada por mi madre y Ángela. Ambas estabas casi más emocionadas que yo con mi boda. Tenía que elegir absolutamente todo. Y entre pruebas de menú de restaurantes, centros de mesa, accesorios varios, ramos y vestidos, pasaron cuatro meses como si de un suspiro se tratase. El día de la última prueba del vestido, vi a las dos casi llorando, pañuelo en mano, mirándome sonrientes y emocionadas, a través del espejo. Me di la vuelta, enfundada en un vestido color marfil, con cuello de barco, y una flor en medio de la tira del cuello, una rosa, blanca completamente. El corpiño se ajustaba al torso y la falda caía libre y amplia, con una capa de tul recubriéndola.

-Eh, que la que se casa soy yo, ¿sabéis? -Se levantaron las dos y me abrazaron, intentando no estropear el vestido.
-Estás preciosa, Mizuki... No creí que pudiera verte así nunca. -Susurró mi madre.
-El vestido es tan... -Ángela suspiró. -Y te queda tan... -Volvió a suspirar.
-Ángela, podrías terminar las frases algún día. -Dije riendo.

Tras cambiarme y hacer algunas compras más, decidimos volver a casa.

-¡Ya estamos en caaaasaaaaa! -Grité, esperando a ver si salían mis queridos hombres de donde estuvieran.
Alguien tocó la puerta sin cruzarla.-
Disculpad, -era Axel, -no quiero mirar, trae mala suerte, Ayelet, por favor, ¿podrías salir?
-Claro, voy. -Salió, aunque se podía oír la conversación desde dentro.- Está con ropa de calle, puedes verla, querido.
-No es a ella a quien quiero ver, sino hablar contigo, ¿Querrías pasear?
-Claro, cielo...

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<b>Ayelet</b>

Me di la vuelta y comencé a caminar.

-¿Qué necesitas?
Axel caminó junto a mi.
-La verdad, uno solo se casa una vez en la vida, al menos, debería ser así, supongo que Mizuki te habrá puesto al día de cómo, y quién soy... me resulta extraño el hecho de que alguien me haya atado tanto a este mundo, y el hecho de ser padre... -Suspiró profundamente. -Siento el lenguaje, pero me acojona...
Negué con la cabeza.
-Es algo normal, querido, a mí me pasó lo mismo cuando llevaba a Mizuki en mi vientre. Me aterraba la idea, pero le vi el lado bueno. -Entrelacé mis manos a mis espaldas. -Es algo perfectamente normal.
-¿Puedo preguntarte algo?
Asentí despacio.
-Tú... ¿Conociste a mi madre?
Asentí de nuevo.
-Nos cruzamos en unas cuantas ocasiones, mientras estábamos embarazadas. Era una gran mujer, Axel. Buena, entregada, y comprensiva.
-Me hubiese gustado conocerla...
-Ya me lo figuro, querido, pero... estaba muy débil, y tenerte fue demasiado para ella, fue un esfuerzo muy grande...
-No fue eso lo que la mató, Ayelet... estoy seguro.
-¿Qué crees que fue? -Le miré extrañada y curiosa a la vez.
-Hum... mi padre, antes de matarlo... me legó un libro de mi madre, con todos sus hechizos, uno de ellos, el último, es un conjuro prohibido, otorga fuerza, casi infinita, pero por un tramo limitado de tiempo, al finalizar, consume el alma del usuario, de ese modo, no puedo traerla de nuevo a la vida, como hice con Asmodeus o contigo... -Sus ojos se anegaron de lágrimas, pero se notaba que intentaba reprimirlas.
Posé una mano sobre su hombro y le miré, alentándole.
-Pero, ¿para qué querría tu madre tanta fuerza?
-Mi padre fue coaccionado por demonios para matar a Asmodeus... -Suspiró con fuerza, aún sin soltar lágrimas. -¿Y si mi madre se hubiese negado, hubiese peleado, y careciese de fuerza para seguir? ¿Y si murió por protegerme para que mi padre pudiese huir conmigo?
-Siendo como era ella, no me extrañaría, Axel. -Suspiré profundamente.- Era capaz de dar cualquier cosa por la gente que amaba.
-Ayelet... me gustaría que tú y tu marido aceptáseis un regalo...
-¿Qué regalo, querido? -Me paré y me volví a mirarle.
Axel invocó dos espadas, las cuales destelleaban moradas.
-Mizuki cogió apego por vuestras espadas, conseguimos recuperarlas... la tuya estaba en Italia, y la de Asmodeus, en manos de mi padre... Ahora me gustaría que portáseis espadas forjadas por mi mismo, el destello morado, significa que albergan energía angélica y demoníaca, al igual que Asmodeus y tú, dos corazones terminan siendo uno solo.
-Oh, querido, será un honor portar estas espadas... Pero no sé si podríamos llevarlas al albergar ambas esencias.
-Estoy seguro de que si cógela. -Sonrió. -He mejorado mucho en su forja.
Cogí la espada con total normalidad.
-Vaya, es realmente ligera, pero parece contundente.
-Lo es, pero... me gustaría pedirte algo muy sencillo a cambio...
-Claro, pide lo que quieras.

Simplemente me abrazó, percibía que sentía demasiada presión, también impotencia por no haber podido cambiar nada, y en ese momento, era todo él cuanto necesitaba, y por fin, las lágrimas brotaron de sus ojos. Posé una mano en su espalda y otra en su nuca.

-Descárgalo todo, corazón... Las lágrimas están para expulsarlas, y con ellas, nuestro dolor.
-Gracias...
-No las des. Estaré a vuestro lado cada vez que lo necesitéis.
-No es necesario, solo... cuida de ella, yo seré feliz con eso.
-Cuidaremos de ella todos, ¿de acuerdo?
Asintió y giró la cabeza.
-Ups... nos hemos ido un poco lejos.
-No pasa nada... -Sonreí amablemente.
-Y tanto que no. Dame la mano, por favor. -Extendió su mano, sonriendo, y yo le ofrecí la mía.

Aparecimos de nuevo en casa, no hizo falta pronunciar el conjuro, estábamos justo en la puerta, donde partimos.

-¿Has visto qué rápido? -sacó la lengua metiendo la llave.
-Estupendo. -Reí y entré tras él.
Axel sacó su tabaco y encendió un cigarro, muchísimo más desahogado, me guiñó un ojo, y se dirigió hacia la familia.
-¿Cómo estáis todos? ¿Quién me ha echado de menos?

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<b>Mizuki</b>

Me acerqué a Axel, besando su mejilla.

-Yo, por supuesto. -Eché a reír levemente.- ¿Dónde os habíais metido?
-Sólo estuvimos dando una vuelta, ¿dónde está tu padre?
Me encogí de hombros.
-No tengo ni idea... -De pronto, se abrió la puerta de la casa y se alzó una voz familiar.
-¡Ya estoy aquí!
-Mira, ahí le tienes. ¿Dónde estabas, papá?
Axel interrumpió sus balbuceos.
-Asmodeus, tengo algo para ti.
-¿Uhm? ¿El qué? -Comenzó a hacer el bobo, saltando y aplaudiendo como un niño pequeño.- Me encantan los regalos.

Axel invocó una caja tallada, de ébano, forrada por dentro de terciopelo rojo, dentro de ella, se hallaba una espada a juego con la que portaba Ayelet.

-Dos esencias fundidas en una sola, como lo fue otrora...
-Uhm... -Cogió la espada, era gruesa y ancha, bastante afilada.- Es un buen metal, joven... ¿La has forjado tú?
Axel asintió firmemente.
-Vaya, eres un gran herrero. Te felicito. -Mi padre sonrió con ganas.
-No soy un buen herrero, el resto son demasiado malos. -Carcajeó, era la primera broma que hacía con su suegro.
Mi padre echó a reír con Axel.
-Al final vas a ser majo y todo. -Carcajeó con voz muy grave.
-Anda, pues claro -Volvió a reír, invitándole a un cigarrillo junto a otra broma. -Vamos, creo que no te matará
-No, no, ya lo dudo. Más muerto de lo que estoy... -Cogió uno, riendo aún, y se encendí una llama en el dedo para encendérselo. -Hacía mucho que no lo hacía.
Axel le dio un leve codazo en el brazo y susurró: -Fogoso por todas partes ¿eh? -Rió desmesurado.
-Claro. -Dijo Asmodeus riendo. -Si no, que se lo digan a Ayelet...
Axel cesó su risa.
-Creo que hay otros asuntos que requieren mi atención, siento cortar esto, As.

Axel se aproximó a mi.
-Vaya, pero... ¿Qué tenemos aquí? ¡Una chica bonita!
-¿¡Dónde!? -Miré a mi alrededor.- Yo no veo ninguna chica bonita...
-Pues me la llevaré -Me cogió en brazos como si fuera un saquito de patatas subiendo las escaleras al dormitorio.

-Uuuuh. -Dije, colgando de su hombro.- Sigo sin ver una chica bonita, por más que subas, yo no...
-Entonces quizá sea producto de lo ''tontito'' que es, o puede ponerse tu novio. -Vaya, aún recordaba esa conversación, no me hubiese esperado menos.
-Vaya, por Dios... -Reí brevemente.- Pues vamos a tener que quitarle esa tontería al señorito. -Me mordí la lengua riéndome.

Al llegar al dormitorio, echó el pestillo, y me dejó caer delicadamente sobre la cama, situándose a cuatro patas encima mía.

-¿Cómo vas a quitarme la tontería?
-Uy, pues no sé... ¿Cómo quieres que te la quite?
-Has sido tú la que afirmó que me la quitaría, ¿Y ni siquiera tienes un plan? -Negó con la cabeza. -Menuda eres...
-Soy una lianta... -Le acaricié el torso bajo la camiseta, notando el calor de su piel.- ¿No tienes ninguna idea tú?
-¿Yo? Para nada, estuve dedicando mi tiempo haciendo manualidades. -Rió leve.
-¿Manualidades? ¿Qué manualidades? -Le miré alzando una ceja.
-Mira. -Se quitó la camiseta, sus brazos estaban manchados de tinta, y tenía algún que otro cortecito.
-¿Y eso? ¿Tinta? ¿Qué has hecho, Ax?
-Espera... -Se levantó, hurguó en sus cajones, y sacó un libro, encuadernado en cuero, muy bien rematado, producto de varias horas en vela- ¡Mira!
Cogí el cuaderno, acariciando la encuadernación.
-¿Qué es?
-Una copia hecha a mano, del libro de conjuros de mi madre, pasará a manos de Kael cuando este tenga aproximadamente dieciséis años... El original, está un poco hecho polvo, la verdad...
-Ya, bueno... -Me encogí de hombros y le devolví el cuaderno.- ¿Cuánto has tardado en hacer eso?
-Una semana, pero... espera un segundo. -Asomó la cabeza por la puerta y medio gritó: -¿Alguien puede encargarse de acostar a Kael?

Se oyó de fondo a mi madre.
-¡Voooy yoooo!
-Gracias, Ayelet. -Cerró de nuevo el pestillo, y se lanzó a por mi, besándome desenfrenadamente. -Ya se me ocurre un modo de calmar lo tontito que estoy...
-¿Ah, sí...? -Acaricié su espalda con las yemas de mis dedos.- ¿Qué modo es ese?

Entonces, en un torbellino de pasión, amor, y un poquito de tinta, acabamos enredados bajo las sábanas, recorriéndonos cada centímetro de la piel con los dedos, juntando nuestros labios, amándonos...

viernes, 12 de octubre de 2012

Capítulo 18: Traición.

Habíamos pasado los últimos tres meses sin noticias de ningún ángel ni de demonios. Nuestra vida había sido como la de una familia normal, omitiendo el detalle de que Axel enseñó a Kael durante el gran frío alemán de diciembre a hacer una "estufa" casera, usando bolas de fuego para prender los troncos de la chimenea. Así pasaron esos tres meses. Kael, gracias a ello, estaba aprendiendo a manejar el fuego, ya no se le desviaban casi nada. Ese día me levanté bien temprano, llevé a Kael al colegio y fui al centro para hacer algunas compras. Volviendo a casa, cargada de bolsas, me tropecé con uno de los adoquines mal colocados, pero alguien me cogió por los codos, volviendo a enderezarme. Al subir la cabeza, no sé qué mezcla de sentimientos se removieron en mi interior. Por una parte, sentía alegría, por otra, algo de decepción, y por otra miedo.

-¡Henry! ¿Qué haces en Alemania? No deberías estar aquí. Como Axel te vea...
-Creo que ese, es el menor de mis problemas en esta situación, Mizuki.
-¿Qué ocurre, Henry? -Miré a ambos lados de la calle. -Vayamos a otro sitio, por favor...
-No hay mucho tiempo.
-¿Qué ocurre, Henry? -Le miré confusa.
-Es algo demasiado difícil de explicar... -agachó la cabeza.
-Vamos, suéltalo, Henry. ¿Qué ocurre? Te noto algo atormentado...
-Mizuki... yo... Melahel... -se le quebraba la voz.
-¿Qué, Hen...? ¿Mela... hel...? ¿De qué le conoces, Henry? -Dejé las bolsas a un lado y le zarandeé.- ¡Responde ahora mismo!
-Trabajo para el, Mizuki, yo... lo lamento, todo... comenzó cuando te quedaste sola en Italia... en teoría solo le darían caza a él, pero las cosas... se han ido de las manos...
-¿¡Que se han ido de las manos!? -En ese instante, entré en una fase de histeria total. -¡Casi me matan, Henry, tú lo sabías y no dijiste nada! ¡¡NADA!! Te creía como mi padre... -Le solté empujándole levemente de los hombros. -Al menos dime por qué. Necesito saber por qué me traicionaste.
-Yo... quise acabar con él...
-¿Eh...? ¿Con quién? ¿Con Axel? -Suspiré agachando la cabeza un instante. -Ya... Me contó lo que pasó en Madrid, y, conociéndote, me era extraño que no hubieses ido a por él cuando tuviste oportunidad. Pero ya veo que no perdiste el tiempo, Henry... -Cogí de nuevo las bolsas del suelo.
-Yo... lo siento, Mizuki... en teoría... yo... ahora debo matarte... pero... no puedo... -Trastabilló a lo largo de toda la frase. Parecía... ¿miedo?

Volví a soltar las bolsas, pero esta vez de golpe. Al chocar contra el suelo, se oyó un sonido resquebrajante. El bote de espárragos se había roto, totalmente. En ese momento no me importaba. Con toda la rapidez de la que disponía, cogí del cuello a Henry, estampándole contra la pared y quedando a un par de centímetros de su cara.

-Da gracias a que no lo hago yo a ti...

Me llevé la mano libre al vientre, donde Axel, en su día, me había sellado. Además de enseñar a Kael a controlar su poder, me había enseñado a mí a usar el vínculo del sello. en mi vientre había quedado un dibujo de un Yin-Yang, parecía completamente un tatuaje. Al poner la mano, éste empezaría a darme una quemazón, Axel lo notaría, y vendría a por mi. no podía tardar mucho.

-Acaba conmigo, Mizuki...
Negué con la cabeza, enfurecida.
-No, yo no... -Le solté del cuello y acto seguido, casi de la nada, apareció Axel de entre una nube de humo negro.- Axel... Henry me ha traicionado...
-¿De qué tipo de traición hablamos? Mizuki, te dije que tarde o temprano pasaría, te lo advertí... -Sus ojos destellaban con más intensidad que nunca, mirándo a Henry con la mayor ira homicida existente.
-Trabajaba para Melahel. -Agaché la cabeza y me di la vuelta, quedando de espaldas a Henry.
-Te advertí de lo que pasaría, sabía que tarde o temprano volvería, sabes ahora lo que pasará, ¿verdad?
Asentí.
-Si no lo haces tú, lo haré yo.
-Por favor -Crujió sus nudillos-  No me robes la diversión... -Desenfundó a Desgarradora, y lanzó a los pies de Henry la espada de Melahel. -¡HAZ QUE ESTO SEA DIVERTIDO!
Henry cogió la espada como pudo, con ambas manos. Era bastante pesada, y no podía alzarla del suelo. No había sido entrenado, como nosotros, para coger una espada, y mucho menos para manejarla.

-Axel... ¿No crees que sería mejor acabar de una vez con su vida? ¿No puedes no jugar con tus víctimas? Te aseguro que Henry es patético... -Le miré con desprecio, frunciendo el ceño.
-Por eso, es por lo que más disfrutaré, Mizuki, pagará cada gota del sufrimiento causado, y con creces. ¿Quieres ver un acto de verdadera crueldad, perro? -Miró a Henry lleno de odio.
-Haz lo que te de la gana, Ray. -Se le veía exahusto.

Yo me hice a un lado, recogiendo mis bolsas y sentándome en un banco a esperar, viendo toda la pelea desde allí. Dos ataudes se presentaron ante Axel. Al parecer, los había conjurado mentalmente.

-¿Listo para conocer el dolor?
Henry soltó la espada, dándose por vencido, y se apoyó en la pared.
-Contesta. -Espetó Axel con agresividad.- ¿Estás listo para esto? Estoy seguro de que te dará motivos para intentar matarme. Reconozco, que fue un error que volvieses a Alemania, y un error más grave... hacerlo solo.
-Adelante... Mereceré morir igual. ¿Por qué fue un error?
-Porque dejaste desprotegida a la gente que te importaba.

Las tapas de los ataúdes cayeron, y Henry se acercó corriendo a los ataúdes, quedando arrodillado ante uno de ellos.

-Mátame ya, Ray. Ellas no tenían nada que ver... y aún así las has matado... Hazlo ya, ten piedad, por favor. Tan sólo esta vez.

Me levanté del banco, no sabía lo que había dentro de los ataúdes, pero me temía lo peor... Y mis temores se confirmaron al estirar un poco el cuello. Emma y Rose, cada una en su correspondiente ataúd, muertas. Volví a sentarme algo aplacada, incrédula.

-¿Sabes? Es muy sencillo cuando sabes dar la vuelta al mundo con pronunciar unas simples palabras, ahora, lucha.
-No voy a luchar... -Su voz estaba quebrada y algunas lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas.
-Entonces, creo que... te reservaré el peor de los destinos.
-No creo que haya peor destino...
Axel rió sádico.
-Claro que si... -Su ojo centelleó rojo fuego, y sumió a Henry en el recuerdo de cómo Axel mató a su esposa y a su hija, en un bucle inacabable, una y otra vez... una y otra vez... Rió cual loco, desmesuradamente.
-¡¡¡Basta, por favor!!! ¡Para! -Se tiró de rodillas, tapándose la cabeza con ambas manos.
-No pienso parar... No te haces una idea de cuanto estoy disfrutando...
-¡Mátame ya, Ray! ¿Acaso no puedes? Hazlo, pon fin de una vez a mi vida.
Axel nos sacó a todos del recuerdo en un instante.
-Huh... De acuerdo, Mizuki, por favor, colócate tras de mi, esto podría dañarte.
-¿Huh? -Me coloqué detrás suya.- ¿El qué?
-Atiende... -Una de sus manos rodeó a Henry con aire, en un tornado, él se situaba en el ojo, y con la otra, liberó una potente llamarada, lo cual provocó un tornado de fuego, que gastó demasiada energía, exhaló aire profundamente y dijo: -Llamas infinitas...
Me acurruqué tras su espalda, cerrando los ojos fuertemente.
-Creí que ibas a empalarle en Desgarradora.
-No se me hubiese ocurrido darle un mejor destino a alguien que te ha hecho sufrir tanto. -Se giró y besó mi frente con dulzura.
-Ya... -Volví al banco y cogí de nuevo las bolsas.- Vayamos a casa...
-Espera -Cogió él mismo las bolsas. -No pensarías que te dejaría cargar, ¿no?
-¿Por qué no? Bueno, teniendo a un hombretón como tú... -Me abracé a su cintura y me relajé.
-Creo que, por un tiempo, podremos relajarnos, sin nadie...
-¿Tú crees...? -Resoplé cansada.- Hasta que toque buscar al asesino de mi madre...
-Tranquila. -Acarició mi pelo. -Tenemos todo el tiempo del mundo, tienes un novio que sabe crear portales, y atravesar el mundo en fracciones de segundo, podemos viajar a donde quieras, mi amor, por cierto... me gustaría retomar algo que... cuando me marché de Italia, no te pude brindar.
-¿El qué...? -Le miré curiosa, parándonos en la puerta de casa.
-Entra en casa, por favor. -Todo había cambiado a lo largo del día. Había una luz tenue de velas, violinistas, rosas rojas... una cena romántica, y Claudio Guidetti sonaba de fondo en el reproductor, ''La primma notte d'amore'', una de mis canciones instrumentsles favoritas. Todo parecía sacado de un sueño. Susurré, como si temiese que todo fuese a escapar si hablaba en un tono normal.

-¿Y Kael? ¿Le has dejado con alguien?
-Sí, está con Ángela, estuvo encantada de tenerle para jugar un rato con Shane, de todos modos, creo que dijo algo de cortarle el pelo...
Reí bajito y me abracé a él.
-Puedes dejar las bolsas donde quieras. Total, los espárragos ya deben de estar espachurrados contra el resto de comida...
Negó con la cabeza.
-Dejar una cosa en el suelo, para tomar otra de más valor...
-¿Cómo...?

Dejó las bolsas en el suelo, se arrodilló, y tomó mi mano, mirándome con la esperanza de que comprendiese a lo que se refería, y sacó un anillo, con un rubí incrustado, el cual resaltaba con el color de mi pelo.

-Mizuki, ¿quieres... casarte conmigo, de una vez por todas?

En ese momento, pasó lo que pasa en casi todas las películas. Me llevé las manos a la boca, tapándola, y asentí rápidamente.

-Por supuesto que sí, Axel. -Me arrodillé frente a él para besarle, con la mayor pasión que era capaz de mostrar.

Todos podéis imaginaros lo que pasó esa noche, supongo. Y así, decidí pasar a ser la señora de Ray, aunque, por mi enorme orgullo, seguiría haciéndome llamar Mizuki Spark, nada de "señora de Ray", y para los enemigos, Red Spark, la Estela Roja...

Capítulo 17: Resurrección.

Al ver abrirse los ataúdes, me asomé curiosa, pero no me hizo falta mirar mucho. Enseguida se levantaron los cuerpos de mis padres, dejándome atónita. Salieron de sus respectivos contenedores y se giraron hacia Axel.

-Pa... Papá... Mamá... ¿Están a tu servicio, Axel?
Negó con la cabeza.
-Tienen voluntad propia, y creo que debería dejaros a solas...
Asentí ciertamente emocionada.
-De acuerdo... ¿Te llamo cuando acabe?
-No es necesario... -Se encendió un cigarro y desapareció tras un portal.
-¿Es un brujo? -Preguntó mi padre, girándose hacia mí.
Asentí y cerré uno de los ataúdes, sentándome encima.
-Es... mitad demonio, mitad brujo. -Me encogí de hombros y les señalé el asiento improvisado a ambos lados.- Sentáos a mi lado, por favor, mamá, papá.- Mi madre me miró sonriente y tomó asiento a mi derecha, al igual que mi padre a mi izquierda.
-Siento no haber estado a tu lado todo este tiempo, Mizuki...
-Te has convertido en toda una mujer. -Susurró feliz mi madre.
Cogí una mano de cada uno y les miré.
-Han pasado ya veinte años, mamá... ¿Sabéis? Tenéis un nieto. -Apreté la mano de mi padre con fuerza pero con cariño.
-¿Un nieto? -Preguntó Ayelet sorprendida.
-¿Quién es el padre?
-Axel, el mismo brujo que os ha resucitado. -Sonreí feliz.- Tiene ya tres años, y se llama Kael.
-¿Axel? ¿Cuántos brujos demoníacos existen hasta la fecha?
-¿Tanto han cambiado los tiempos en veinte años? -Mi madre sonrió.
-Axel es el único caso que conozco, papá... -Miré a mi madre.- Todo ha cambiado mucho. ¿Dónde creéis que estáis? Estamos en Alemania...
-Yo solo conocí un caso, el de el hijo de Mastema... fiel amigo, no se qué habrá sido de el... fue una situación complicada, Mizuki, no murimos porque el quisiera matarnos.
-Oh, Asmodeus, no aburras a la niña con eso, todo ha cambiado...
-Papá... Axel es Semiazas, el hijo de Mastema. Y, de Mastema... bueno, Axel le mató hace tiempo. Hace cuatro años, ya. -Agaché levemente la cabeza.
-Espero que mi niña esté bien protegida...
-Me abracé a mi madre.
-Tranquila, mamá, estoy bien protegida. Tengo un buen hombre a mi lado, y uno en proceso. -Reí alegremente.
-¿Podría conocerle?
-¿Conocer al chico de Mizuki? Genial, seguro que es muy simpático
Reí y me levanté. Mi madre siempre había visto lo mejor de todo el mundo, y todos les resultaban "simpáticos".
-Claro que podéis. -Me llevé la mano al vientre.- Vendrá en unos segundos, supongo.
En un destello, su figura apareció de las sombras, con las manos un poco manchadas de tinta.
-¿Qué tal el reencuentro familiar?
-Estupendamente. -Le cogí de la mano y le besé la mejilla.- Querían conocerte, cariño.
-Estupendo... -Su mirada se mostraba ciertamente indiferente.
-¿Ocurre algo...? -Torcí el gesto.
-No, nada -Sonrió, tomó la mano de Ayelet y la besó. -Un placer, señora. -Acto seguido, estrechó con fuerza correspondida, la mano de Asmodeus. -Puedo decir lo mismo.
Sonreí a mi madre, echándole una cómplice mirada. En ese momento, supe que ya le había analizado y se había quedado con todo lo bueno.
-Mi padre aún te conocía por Semiazas.
-Con todo mi respeto, caballero, pero aborrezco ese nombre.
-¿Por qué lo aborreces?
Axel apretó la mandíbula y cerró el puño con fuerza.
-¿Qué sentido tiene permanecer con un nombre que no ha sido mencionado, procedente de unos padres a los cuales no conociste, y encargaron tales atrocidades? Sé lo que pasó, Asmodeus, y en esas circunstancias, hubiese escogido no vivir.
-Pero por ese entonces, era tu padre quien escogía. Él quería protegerte... yo hubiese hecho lo mismo por mi hija...
Axel afirmó cortantemente.
-Por eso hubiese escogido morir, solo para que ella hubiese tenido una buena infancia, cubierta por unos padres que la amaban.
-Aún así, consiguió encontrarte a ti.
-¿Encontrarme? ¿Qué clase de padre te abandona a tu suerte, en las puertas de un internado encargado de exterminar demonios y aparece ni más ni menos tras veinte años? Asmodeus, creo que este tema de conversación no es relevante.
Mi padre torció el gesto y le miró.
-Tienes razón.- Se levantó del ataúd y le posó la mano en el hombro, apretándolo levemente. -Bueno, nos ha dicho Mizuki que nos habéis hecho abuelos... -Rió de forma grave.
Axel asintió y creó un portal. -Ahí lo tienes. -Señaló con el dedo.
Mi padre se asomó por el portal justo para ver un niño de pelo caoba y ojos verdes, como los de su madre, correteando por un jardín con otro niño, Shane. -Vaya, es... se parece mucho a ambos... Pero los ojos son de Mizuki.
-Y me alegro que así sea, no quiero que posea los de un sádico como su padre. -Se dió la vuelta y dio un par de pasos. -Id a verle... lo mejor será que me despeje, y elabore bien la situación.
-¿Elaborar la situación? ¿A qué te refieres, Axel?
-Vivimos en un ataque constante de ángeles y demonios, Mizuki, es mejor preveer sus movimientos.
-Ya... -Pasé un pie por el portal.- ¿Te veo en casa?
En ese momento, decidió bromear.
-No, creo que... ''iré a por tabaco''
Le lancé una mirada asesina momentáneamente, bromeando, y entré por el portal, seguida de mis padres. Al llegar, Ángela no pareció inmutarse. Kael corrió hacia mí y me hizo cogerle en brazos. Besé su pelo y le dejé de nuevo en el suelo.

-Eh, campeón. ¿Quieres conocer a los abuelos?

Un rato después, Axel apareció por la puerta de casa, con la chaqueta abrochada hasta el cuello.

-Ya he vuelto familia. -Se encendió un cigarro.
Me levanté de la silla en la que estaba sentada y le di un efímero beso.
-Bienvenido de nuevo a casa, mi amor. -En ese momento, mi padre se levantó.
-Esa herida tiene mala pinta, joven.
-¿Qu-Qué herida dices...?
-Esa. -Señaló su costado. -Aunque lleves la chaqueta, puedo verla. Detecto los flujos de sangre excesivamente concentrados. Es decir, cuando la sangre brota de una herida, se concentra en la zona para salir. Ahí es donde yo entro.

Lanzó una mirada directa a Asmodeus en la que quiso decir: ''La próxima vez, cállate''.

-Solo es un raspón. -Caminó lentamente a su habitación.
-¿Dónde crees que vas, jovencito? Ven aquí, que sea lo que sea, te lo curo. -Me puse delante de él con los brazos en jarras.
Él puso los ojos en blanco, no iba a ceder ante nadie.
-Puedo solo.
-Mira que eres cabezota... -De repente, Kael se tiró del sofá. Mejor dicho, saltó. Corrió hasta nosotros y le puso un dedo a Axel en el costado.
-Espera, papi. -Cerró los ojos con fuerza y se puso rojo como un tomate, parecía que iba a estallar. Un ligero brillo verdoso salió de la punta de su índice, abarcando toda la zona de la herida. -Ya. -Volvió corriendo a ocupar su privilegiado sitio en el sofá. Me quedé mirando a Axel estupefacta.- ¿Estás bien?
Al parecer, su orgullo se veía herido, pero Kael no tenía culpa de nada, de modo que posó una mano en su cabeza.
-Gracias, hijo -Caminó a la habitación y dio un sonoro portazo.

Negué con la cabeza mientras me sentaba junto a Kael y mis padres.

-Maldito orgullo suyo...

De un momento a otro, se escucharon potentes golpes, del saco, el pobre pagaba todo su mal humor.

-Ya está con el saco... -Me toqué la oreja para que mis padres escuchasen atentos.
-¿Quieres que vaya a hablar con él? -Preguntó mi padre.

Un golpe, fuerte, descolgó el
saco, escuchándose un golpe más fuerte en el suelo.

-Vaya por Dios... -Asentí a mi padre.- Sí, ve, a ver si puedes descabezonarle un poco... -Asintió y fue a hablar con Axel. Tal vez se entendiesen mejor por ser hombres.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
<b>Axel</b>

Miré a la puerta.
-¿Sucede algo?

El hecho de haber estado en movimiento, golpeando el saco, abrió a un más la herida, esta sangraba, pero eso no me importaba, era completamente consciente de ello, aunque me encontrase sin camiseta.

-Nada malo... Axel, hombre, no seas tan orgulloso. Imagino que no te gusta tener que depender de nadie para nada, pero... tu familia se preocupa.
-No tienen porque, pronto estaré como nuevo, eso deberían saberlo. -Al ver el saco caído, ya me daba igual, golpeé con las manos desnudas, un golpe tras otro a la pared.
-Ya, bueno, pero es normal... -Cerró tras de sí y se sentó.- Yo antes era como tú.
-Con todo mi respeto, Asmodeus, no pretendo ofenderle con mi respuesta, pero esta charla del pequeño saltamontes, no tendrá resultado, tengo mi forma de ser y actuar.
-No es ninguna charla. Antes era exactamente igual que tú. Me sentía libre, era un gran demonio, era poderoso, fuerte, y daba caza a ángeles, sin igual. Pero... un día llegó Ayelet, me aceptó tal y como era. Y, cuando tuvimos a Mizuki, juré que la protegería con mi vida, y así fue... Pero no pude evitar que Ayelet cayera. No cometas mi mismo error...
-Si los errores estan por venir, vendrán, el destino de una persona está marcado desde el momento de su nacimiento, eso deberías saberlo.

Salí de la habitación al jardín, estaba lloviendo, aun sin camiseta, salí a mojarme, seguido de Asmodeus.

-No, Axel. Tú eliges tu destino, sólo tú lo controlas.
-Asmodeus, no va a cambiar nada, y seguir por el mismo camino de conversación, no será desencadenante de nada bueno. -Mis ojos refulgían rojos, a pesar de que no atacaría. -Voy a la cama.
Asmodeus asintió y volvió dentro, reuniéndose de nuevo con Mizuki, Ayelet, y Kael, mientras yo entraba por la ventana de la habitación, estirándome en la cama.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Capítulo 16: La excusa de Mastema.

Me desperté restregándome los ojos. Los tenía muy pegados, llevaba unas noches durmiendo mal. Desde la noche en que vino Melahel, estaba algo asustada, pensando, dándole vueltas al tema. Me levanté un poco fría y me puse una fina bata. No oía nada, y Kael aún dormía, era muy temprano, pero Axel, al parecer, ya se había levantado. Lo busqué hasta que di con el en la sala de entrenamientos, golpeando a alguien. Me resultaba familiar de espaldas, pero cuando se giró, no di crédito.

-Axel, ¿has resucitado a Mastema para liarte a golpes con él?
Sus ojos se abrieron como platos.
-Y-Y-Yo... P-Puedo explicarlo...
-¿Y cómo se supone que lo harás? -Alcé la ceja mirándole seria.
Mastema dió un par de pasos hacia mi.
- ¿Podemos hablar?
Asentí y miré a Axel.
-¿Tiene conciencia propia? Qué moderno...
-Si, eso... va en función del usuario que lo invoca, Mizuki...
-Claro, lo entiendo... -Miré de nuevo a Mastema, seria aún.- Empieza cuando quieras, Mastema.
-No maté a tu padre por voluntad propia, Mizuki.
-¿Ah, no? ¿Y por qué le mataste, entonces?
Por salvar a mi hijo -suspiró.
-¿Salvar a tu hijo? ¡Lo dejaste en un orfanato! ¿Qué forma de salvarle es esa?
-Axel, ¿podrías dejarnos solos...? Tú ya conoces la historia.     -Por supuesto... -Axel abandonó la sala.

Me senté en un sillón de los que había a un lado, junto a la ventana que daba al jardín.
-Continúa...
-En esa época, efectivamente, tu padre y yo éramos amigos, pero motivos de fuerza mayor me impulsaron a cometer esa atrocidad.
Asentí juntando las manos, entrelazando los dedos.
-Al igual que tus padres, el resto no consentía mi amor con una bruja, al fin y al cabo, no dejaba de ser una humana, por eso me llevaba tan bien con tu padre, niña, nos entendíamos a la perfección el uno al otro.
-Ya... Pero... ¿Qué pasó para que tuvieras que matar a mi padre y abandonar a tu hijo? Tuvo que ser algo gordo...
-Efectivamente, Mizuki, el hecho de procrear, con humanos, o alguien del bando opuesto, deducirás que nos es algo prohibido.
-Claro... -Crucé las piernas. Comenzaba a sentirme incómoda en camisón delante de Mastema.
-Ambos bandos desconocían a nuestros primogénitos, y ambos fuimos descubiertos, de ese modo, me ordenaron que acabase con tu familia, o de lo contrario, acabarían con Semiazas, el crée que está ahí desde que es un bebé, pero lo dejé en Redención con cinco años, borrando con ello todos sus recuerdos, yo... acabé con tu padre, y es un dolor que jamás lograré perdonarme, el hecho de haber asesinado a mi mejor amigo, Mizuki, sé que estabas escondida, que la buena de Ayelet lo hizo, pero no quise descubrirte, a pesar de que tuve que cometer aquella catástrofe... sabía que tarde o temprano, os encontraríais el uno al otro, sanando vuestra soledad infinita.

Empezaron a rodar algunas lágrimas. A veces la verdad dolía, otras veces sorprende, y otras hace ambas cosas. En esa ocasión, había sucedido lo último.

-Mizuki. -Me miró a los ojos-
-¿Sí...? -Me sequé con el dorso de la mano las lágrimas caídas.
Se acercó a mi y se puso de cuclillas, poniendo su cara a un centímetro de la suya.
-Eres... el vivo retrato de tu madre.
-¿P-Por qué...?
-Eres clavada a ella, y... si tu quisieses, creo que Semiazas, podría hacer posible que te encontrases con ellos de nuevo...
-¿Tú... crees eso posible? Es decir, sería temporal, ¿no?
Negó con la cabeza.
-Depende de él.
-Pero... yo no quiero atarles a este mundo así.
-Podrías preguntárselo, yo no tengo esa opción, Semiazas no me quiere en este mundo.
-Ya... Lo imagino. -Torcí la boca.
-Le comprendo perfectamente, le hice cargar con un pasado muy duro, aunque... no es por eso por lo que me odia.
-¿Entonces por qué te odia?
-Porque el preferiría haber muerto, y verte feliz con tu familia. Por eso, todo cuanto puede hacer ahora es brindarte todo cuanto está en su mano.
-Uhm... -Me quedé pensativa.- Es normal, supongo. Yo... no podría vivir sin él otra vez...
-¿Sin él?
-Sí, sin él... todo es más duro.
-¿Sufriste su ausencia tras mi aparición?
Asentí entristecida al recordar todo.
-Casi cuatro años...
-No me ha contado nada, pequeña... ¿Quieres desahogarte?

Accedí y le conté todo lo ocurrido, desde que se fue por el portal, el viaje a Alemania, la noticia de mi embarazo y el reencuentro.

-Vaya... no esperé que se viera tan afectado por ello, Lo siento Miz..... -En ese momento, Mastema desapareció, y Axel apareció por la puerta.

-¡Siiiii! Lo siento, lo siento, pero nos aburríamos de esperar. -Estaba con Kael en brazos a caballito
Me levanté y reí al verles.
-No pasa nada, tranquilos. ¿Dejáis que me vista y vamos a jugar, chicos?
-¡Mamiiii, me he duchado con papá!
-¿No le habrás vuelto a duchar vestido, verdad?
-No, no, nos duchamos de verdad, tranquila. -Se encendió un cigarro.- Dios... lo echaba de menos. -Me ofreció el paquete.- ¿Quieres uno?
Asentí y cogí uno.
-Bueno, voy a vestirme, que aún voy en pijama. Papi, ¿vienes conmigo o vas a ponerte tontito?
-¿Cómo que tontito? -Arqueó una ceja.
-Ya sabes... -Miré a Kael disimuladamente.
-Te refieres a... -Su cara quiso decir "sexo".
Asentí riéndome.
-Exacto. Si te vas a poner "tontito", no me acompañes a la habitación y quédate con Kael.
-Vaya... entonces... -Se dio la vuelta y colguéó un saco de arena, dándole unos guantes a Kael, enseñándole a pegar, ya era hora de comenzar a instruirlo. -Vamos Kael, con todas tus fuerzas.
Me puse los brazos en jarras.
-A ver si se va a hacer daño...
-Para nada, Es Kael Ray Spark. No lo olvides.
-No lo olvido, Axel... -Sonreí y me giré hacia la puerta.- Kael, cariño, ten cuidado y pega como te enseñé.
-Vamos, Kael, un puño tras otro, siempre cúbrete la cara con el otro, ¿vale? Ahora dale.

Negué con la cabeza y salí, volviendo un cuarto de hora después a la sala. Un gran ardor subió por mis mejillas y los ojos se me llenaron e ira.

-¡¡¡AAAXEEEEEEL!!! ¡¡LAS PAREDES CALCINADAS!! ¿¡LO VES NORMAL!? -Grité hasta casi desgañitarme.
Su rostro estaba pálido.
-Mizuki, juro de corazón que yo no he sido...
Viré la mirada hacia el niño, que empezaba a ponerse rojo.
-¿Kael...?
-Kael, enséñale a mamá lo que has hecho, no tengas miedo. -Kael asintió, y una esfera de fuego se hizo en la palma de su mano.
-Muy bien, cariño. Ahora hazla desaparecer sin quemar nada... A papá le va a tocar un trabajo muy interesante pintando las paredes y el techo. -Sonreí algo malvada.
-Qué remedio... -se encogió de hombros y Kael no pudo reprimirla, salió disparada hacia él, y Axel la frenó con una mano. -Poco a poco lo lograrás, hijo.
-Sí, poco a poco... -Cogí a Kael en brazos y le besé la frente.- Pero ni se te ocurra hacer eso en el cole, ¿vale? Nadie puede saber que lo haces.
-¿Sabéis que? -Axel se rió levemente sacándo su móvil.
-¿Uhm? ¿Qué...?
-Que lo va a pintar un pintor, no me apetece hacer este engorro. -Rió y contrató a un par de pintores.
-¿Y cómo les explicarás lo de las paredes quemadas?
-Un incendio pillado a tiempo, además, ellos solo curran, no tengo que darles explicaciones.
-Ya, pero pondrán caras raras... -Examiné a Kael. Tenía las zonas de la piel sin cubrir con la ropa ennegrecidas por el fuego.- Kael. Te vamos a tener que bañar otra vez, cochino. Te has puesto perdido.
-Que se limiten a trabajar, que para eso les pago, y si es una cantidad sustanciosa, se callarán, créeme.
-Es verdad, se me olvidaba que vivo con el señor Millonetis...
Puso los ojos en blanco.
-Olvida eso.
-¿Por qué? -Eché a reír y me di la vuelta, camino del baño.
-Mizuki. Kael.
-¿Si...?
-Creo que sería mejor que nos duchemos después, Kael debería ver lo que es un verdadero enfrentamiento, cuanto antes, mejor, además, no podré preocuparme por los desperfectos, ya puestos, les mandaré algo más por hacer.
-Axel, es un niño. ¿Cómo quieres que vea un enfrentamiento de verdad?
-Del mismo modo que lo hicimos tú y yo. Mi padre cree lo contrario, pero lo recuerdo todo.
-¿Cómo lo hiciste tú?
-Huh... -Suspiré. -Yo estaba presente el día que todo pasó, después de lo de tus padres, fui exiliado a redención.
-Si eras un niño... ¿Exiliado, dices? ¿Cómo van a exiliar a un niño...? En todo caso, tu padre quería que fueses el mejor cazademonios para poder acabar con su vida.

Esas últimas palabras, a parecer, le habían enfurecido, y Desgarradora apareció en su puño.

-Ahora.
-Axel, no pienso luchar contigo delante de Kael, se acabó la historia. Otro día vuelves a hacer lo que hoy y que lo vea, pero no pienso hacerlo. -Abracé con fuerza a Kael, queriendo no soltarle.
Sus ojos estallaban rojos de ira. Me volví a girar para que Kael no le viese así.
-Y ahora voy a bañarle de nuevo. Con tu permiso...
Lanzó la espada con muchísima fuerza, clavándola hasta la mitad en la pared opuesta a nosotros.

-¿¡Prefieres que se lo lleven los ángeles que te buscan!?
-Eso no tiene nada que ver, Axel. Eso no le servirá por el momento. ¿Pretendes que luche con tres años? No puedes hacer eso, Axel, es un niño, un niño que no sabe muy bien lo que pasa a su alrededor.

Suspiró y desapareció entre una ráfaga de viento. Solté todo el aire de golpe y subí al baño, dándole bien con la esponja a Kael por el cuerpo. Le puse ropa limpia y volví a peinarle de nuevo. Tenía el pelo caoba demasiado largo, pero muy suave.

-Hay que ir a ver a Ángela de nuevo, te crece el pelo muy rápido... -Le pasé la mano por el pelo y se lo besé.- Ya estás limpito de nuevo...

Le cogí de la mano y le bajé a la cocina. Aún no había desayunado, y parecía, por el sonido de sus tripas, que él tampoco. Preparé unas tostadas y unos vasos de leche y desayunamos en la misma cocina, hablando de lo que Axel le había enseñado.

De pronto, un torbellino de aire se remontó en la cocina del cual apareció Axel con Desgarradora ya enfundada.

-Ohm. Ya estás aquí... -Cogí mi tercera tostada.- ¿Dónde fuiste?
-Simplemente a tomar el aire...
-Interesante... ¿Has pensado algo?
-No, pero relajarme fue lo que necesitaba, aunque... Sí, algo pensé, pero no es algo que Kael deba escuchar.
-Piénsalo fuerte, entonces. -Entrecerré los ojos, mirándole.
-Espera, Mizuki, mírame a los ojos.
-¿Uhm? Ya lo hago...
Me encerró en un recuerdo, en el campo donde me enseñó el arcoiris.
-Desde aquí puedo hablar contigo, y Kael no se enterará.
-Tienes razón. Cuéntame.
Alzó la mano y a sus lados, aparecieron dos ataúdes.
-¿Lista?
Asentí, estaba lista, pero nerviosa.
-Mizuki, Desde el principio... y vuelta a empezar.
-¿Cómo? ¿Qué quieres decir, Axel?
Las tapas del ataúd estallaron,
y de ellas, aparecieron Asmodeus, y Ayelet, mis padres.

martes, 9 de octubre de 2012

Capítulo 15: Una angelical emboscada.

Me desperecé sobre la sábana, colocada delicadamente sobre la hierba, y respiré hondo. Habíamos decidido ir a pasar el día los tres al campo, así Kael se acostumbraría a la naturaleza para un futuro entrenamiento, y además nosotros podríamos relajarnos un poco. Era un prado muy amplio, con bastantes árboles, y estábamos cerca de la orilla del lago, de aguas cristalinas. Era uno de los pocos espacios completamente naturales que había visto jamás. Miré a mi alrededor, buscando a Kael con la mirada. Le atisbé jugando con otro niño, correteando por la hierba. Volví la cabeza. Axel aún seguía durmiendo a pierna suelta. Empecé a empujarle.

-Vamos, dormilón. -Me tumbé junto a él de costado, soplándole la cara. -Arriba. Vamos.
Se levantó, me dio un beso, y se dirigió a la orilla.
-¿Quieres ver algo chulo?
Asentí desde ahí, sentada cómodamente.
-Vale, pero ten cuidado.
-¿Te refieres a que no nos vean?
-A eso y a que no hagas el bruto.
Se sentó en la orilla.
-Entonces nada.
-Venga, haz el bruto. -Eché a reír a carcajadas.
-No quiero. -Cogió un poco de barro de la orilla y me lo restregó por la cara. -Así estás más guapa. -Bromeó.
Escupí un poco de barro que se me había colado en la boca y me limpié como pude con una servilleta.
-Marrano... -De repente, "algo" me hizo caer a un lado, de costado. -¡Kael! -Dije riendo.- ¡Eso no se hace! ¿Cuántas veces te he dicho que no plaques a mamá?

El niño se levantó y se fue corriendo. Axel echó a reír, se levantó, y hundió los pies en el agua.
-Venga. ¿Realmente quieres ver algo brutalmente bello?
Asentí sonriente.
-Claro que sí. Venga, vamos.

Alzó una mano, la cual hizo que un gran tumulto de agua, se alzase, una vez en el aire, lanzí una bola de fuego que hizo saltar por los aires todo el agua, impactando al sol, dando a ver, entre tanto vapor un arco-iris.

-Más allá de allí. -Señaló con el dedo. -¿Recuerdas?
Me levanté y corrí hacia él. El vestido ondeaba alrededor de mis rodillas. Me abracé a su cuello, besándole en la mejilla.
-Más allá del arcoiris, sí...
-¿Sabes? Mejoraron demasiado mis habilidades, a veces, pronuncio el conjuro por costumbre, realmente no lo necesito, solo con hacerlo mentalmente me es suficiente.
-¿Sí? -Me acerqué al agua y metí los pies. El agua estaba templada por el sol.
Axel me miró pícaro.
-¿Quieres comprobarlo?
Asentí abrazándome los hombros.
-Claro...
De repente el agua a mis pies comenzó a hacerse hielo. Me empecé a quedar fría y a tiritar.
-Va-Va-Va-Va-Vale, Axel... Q-Q-Que me voy a resfriar...
-Vaaalee, vaaaalee. -El hielo comenzó a resquebrajarse y a fundirse rápidamente, hasta que el agua burbujeaba del calor. -¡Eeeeh! ¡Como me quemes, te toca cuidarme los piececitos! -Me puse con los brazos en jarras, frunciendo el ceño bromeando.
Axel puso los ojos en blanco.
-Está bien... -Unas raíces, cada vez más anchas a su crecimiento salieron de debajo del agua, suspendiéndome fuera del agua.
-¡¡AAAAXEEEEEEEL!! -Agité los brazos en el aire, intentando no caerme.
-No caerás... -Un par de ramificaciones salieron a modo de reposabrazos, y las raíces tomaron forma de un trono en la cumbre de ese monumento.
-Uhm... -Me acomodé al improvisado trono. -Oye, no se está tan mal. -Eché a reír.

Cortó unas cuantas hojas de las ramas, había bastantes, y las metió en su mochila.

-¿Está comoda la señorita?
-Bastante. -Sonreí triunfal. -Pero ya sabes que me faltas tú a mi lado aquí arriba.
-Hay formas más peculiares de estar a tu altura, amor mío.
-¿Huh? -Le miré sin comprender. -¿Como por ejemplo?
-Elige. ¿Tierra o viento?
-Uhm... Viento.
-De acuerdo. -Un gran vendaval se formó, de modo que le alzó hasta donde yo estaba, suspendiendole en el aire.
-Parece que estés volando. -Le sonreí estirando la mano hacia él.
Miró a Kael y acto seguido a mi.
-¿Podemos dejarle solo dos minutos?
-Claro. Es un niño muy bueno. -Sonreí echándole una mirada.
El vendaval se intensificó, haciéndonos volar a los dos.
-¡PUES VAMOS!¡MÁS ALLÁ DEL ARCO-IRIS! -Rió como un niño.
-¿M-M-Más allá del arcoiris? ¿Dónde me llevas? -Salté y me enganché a su espalda a caballito.
-Solo a dar una vuelta, tranquila. -Sonrió, y después de descender, hasta surcar el lago con la yema de los dedos, aterrizamos en la orilla. -Está anocheciendo, deberíamos volver...
Asentí y fui a buscar a Kael. No me hizo falta buscar mucho, enseguida le encontré. Seguía jugando con el otro niño. Con un solo gesto de la mano, corrió hacia mí despidiéndose con la mano de su nuevo amiguito. Me cogió de la mano y volvimos junto a Axel, que se encontraba recogiendo todo.

-Vamos, papá, que se hace tarde, y el pequeño tiene que bañarse.
-No hay prisa por irnos, Kael, Mizuki, dadme una mano cada uno.

Le di la mano derecha, y Kael se puso al otro lado. Ante nosotros, sin mediar palabra, se abrió un portal, el cual mostraba nuestra casa al otro lado, y como si se tratase de un juego de niños, Axel dijo...

-¡A la de tres, saltamos! ¡Una... Dos... y TRES!

Saltamos a la de tres dentro del portal de la mano de Axel. Aparecimos en casa, y éste se tiró en la cama.

-Axel, ¿te encargas tú de bañar a Kael mientras hago la cena?
-Kael, te bañas mañana. -Dijo riendo.
-No, no, no. Le vas a deprimir, adora el agua. -Me puse en jarras.- Vamos, anda, báñale.
-Vale, Kael, ¿Quieres bañarte como nunca lo has hecho?
-¿Cómo, papi? -Se rascó levemente la cabeza.
-Mizuki, abre el grifo, que este niño se va a reír como nunca lo ha hecho.
-¿Huh...? -Entré al baño y abrí el grifo.- A ver qué vas a liar.

El chorro se suspendía por el aire a alta velocidad, haciendo formas de anillos, pasando el cuerpo de Kael, sin derramar una sola gota, haciendo formas de : S, O, triangulos... hasta que finalmente, Axel hizo un dragón con el agua, bastante currado. Kael miraba a su alrededor curioso, con la boca abierta.
-Como mojes algo, te mato. -Negué con la cabeza riéndome. -Anda, métele en la bañera y báñale en condiciones...
Axel susurró algo en el oído de Kael, y éste comenzó a reírse.
-¿Qué le has dicho?
-Que lo que vamos a empapar... ¡ES A SU MADRE! -Dirigió el dragón hacia mi, haciendo un impacto directo, mientras Kael se meaba de la risa.
-¡¡¡AXEEEEEEEL!!! ¡¡QUE TENGO QUE COCINAR!! -Alcé el puño, señalándole con el dedo, y empecé a secarme rápidamente, evaporando el agua.- Da gracias a que puedo manejar el calor fácilmente para secarme... Eso no lo sabías, ¿verdad?
-No, no lo sabía, ¿y tu sabías esto...? -Ante mi, se extendieron dos majestuosas y enormes alas negras de plumas, perfectas, impolutas.
-Lo imaginaba... Ya era hora de que las mostrases. -Sonreí dulcemente. -Venga, voy a hacer la cena. Báñale mientras, anda. -Me giré y bajé a la cocina rápidamente, cogiendo los utensilios y empezando a cocinar.
-Ya lo hice. -Gritó desde la habitación. -¿Te crees que el agua era solo un elemento decorativo? En todas esas vueltas, Axel se mojó
-¿Vestido? ¡¡Báñale bien!! -Grité desde la cocina.
-¡Vale, Vale! -Cogió en brazos a Kael, llevándolo a la bañera. -Vamos pequeñín, que el ogro no quiere que te bañe como lo hacen los tíos chulos. -Una vez en la bañera, comenzó a enjabonarle con la esponja y a aclararle.

Mientras yo cocinaba, llamaron al timbre.

-Uhm... ¡Voy! -Al abrir la puerta, me encontré de frente con un hombre aún relativamente joven, muy alto pero de complexión fina, completamente rubio. -¿Quién...?

Antes de poder formular la pregunta, ese tipo entró y me cogió del cuello desde detrás mío. Había sido tan rápido que ni siquiera lo había visto. El tipo no dijo nada, tan sólo se emperraba en sacarme fuera de casa. Hice tanto ruido como pude para que Axel me escuchase, ya que, con su brazo en mi garganta, me era imposible gritar. Unos segundos después, perdí el conocimiento, desmayándome por la falta de aire.

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Axel

Quité el tapón de la bañera, dejando salir el agua, así, nada le sucedería a Kael. Salí corriendo hacia allí, me enfrentaría a él sin desgarradora, le embestí, tirándole al suelo, Mizuki se había desmayado.

-¿Qué quieres? ¿Quién eres?
-Busco a Mizuki Spark, me envían a por ella. -Tenía un acento alemán bastante marcado. Se notaba que era el "representante" de los ángeles allí. -Es una mestiza, una aberración para los ángeles, y debe morir por ello. Mi nombre es Melahel. No te revelaré nada más...

Desenfundó su espada, brillaba con plenitud y era ancha, pero de filo fino.

-De acuerdo... -Pronuncié un conjuro y Desgarradora apareció en mi mano mientras desplegaba mis alas negras. -Soy Axel Ray, hijo de Mastema, y de una bruja necromántica, asesino de Redención y cazador de demonios. Tengo prioridad para ti, ¿verdad?
-Uhm... dos objetivos por el precio de uno. -Melahel rió sarcástico, como henchido de satisfacción.

De repente a mi lado, aparecieron cinco ángeles, los cuales habían sido resucitados por mi propia magia, ahora me servían fielmente a mi, cada uno con su propia espada.

-¿Los conoces? -Ahora fui yo el que rió.
-Huh. -Se puso tenso, apretando la mandíbula. -¿Qué clase de monstruosidad es ésta?
-Vaya, vaya, vaya, así que se te ha cortado la risita, ¿santurrón?
-Esto es un acto antinatural. Eres pura basura. -Escupió a mis pies con total desprecio.

Mis ojos centellearon mostrándole la muerte de todos y cada uno de sus compañeros.
-¿Acabarás con tu palabrería?

Melahel se lanzó hacia mi, con la espada por delante, blandiéndola fuertemente. Desgarradora lo bloqueó sin esfuerzo, y me reí desmesuradamente.

-¿Eso es todo? Pensé que darías más espectáculo...

Dio varias estocadas, fallando todas, así que decidió probar con algo "nuevo". Empezó a lanzarle estalactitas de hielo de sus manos, como si de proyectiles se tratase. De repente mi figura se desvaneció, de forma que el no sabría donde estaba. Se quedó buscando alrededor. Había desaparecido. De pronto, todo a nuestro alrededor se heló, hasta alcanzarlo, helando sus piernas, tronco, alas, y brazos, solo quedaba sin helar su cabeza, era imposible que se moviese.

-¿Ibas a alguna parte, Querubin? -Aparecí frente a él.

Intentaba moverse, pero no había forma. El hielo se había amoldado a su cuerpo, y era tan grueso que era imposible moverse.
-¿Qué es esto? -Murmuró mostrándose enfurecido, pero el miedo sobresalía en su tono de voz.
-Hielo, y por ahora... creo que te dejaré vivir. -Desgarradora arrebató sus brazos al ángel, y con ellos en el suelo, tomé su espada. -Creo que me quedaré con esto. Por ahora, darás noticias a tus mayores, o de lo contrario, no volverás vivo. ¿Me he explicado con la suficiente claridad?

El ángel asintió, intentando aguantar el dolor de la pérdida de sus brazos.

-Oh, por cierto... una última cosa...
-¿Qué...? -Preguntó con un hilo de voz.
-Quiero que le des a tu jefe, un pequeño presente de mi parte.
-¿Huh?

Haciendo acopio de todas mis fuerzas, le asesté una potente patada en la entrepierna, tirándolo al suelo de espaldas, separándolo del hielo.

-Y dí que Axel Ray ha vuelto.

Se llevó las manos a la entrepierna y se desvaneció entre plumas azuladas.

Tomé en brazos a Mizuki, la deposité en la cama, Kael ya se había dormido solito en la cama, empijamado y me dormí abrazado a Mizuki, ella pronto estaría bien, y mañana se lo podría contar todo.

lunes, 8 de octubre de 2012

Capítulo 14: Sueños cumplidos.

Habían pasado los días sin haber vuelto a saber de Axel, pero había estado entretenida preparando el disfraz de Kael y el mío para la fiesta de Halloween que se celebraría esa noche en un parque del centro. El ayuntamiento de nuestra localidad había estado ahorrando para ello, aunque había que pagar un precio significativo por guardarse una plaza en esa fiesta. El disfraz de Kael era La Cosa, bueno, mejor dicho, La Mini-Cosa. Yo había escogido a la típica bruja. Además, con el pelo rojo, daba el pego. Fuimos Ángela y yo con los niños a la fiesta, admirando lo bien que lo pasaban grandes y pequeños. Bailamos con los niños, divirtiéndonos alegres esa noche.

Me acerqué a una de las mesas con comida, ya que Kael se había quejado de que tenía sed. Mientras servía un poco de zumo en un vasito de plástico, distinguí unos ojos rojos que se acercaban entre las luces de fiesta de la calle, pero con la cara envuelta en sombras. Mi sonrisa se tornó un gesto serio, ciertamente preocupado. ¿Qué hacía un demonio allí?
La figura caminó hasta llegar, se sirvió una copa y tomó asiento sin molestar a nadie.

Le llevé su zumo a Kael y le dejé a cargo de Ángela. Asintió al ver mi gesto y se llevó a los niños a unos asientos para descansar un poco. Me acerqué a esos ojos que refulgían rojos, entrecerrando los ojos para intentar ver su cara, mientras me plantaba frente a él, sin mediar palabra.
Ni siquiera se movió, no se dio cuenta de que me tenía delante, solo dio un ligero trago a su copa, y encendió un cigarro.
-¡Eh, tú! ¿Qué pintas en una fiesta como ésta llena de niños? -Me mostraba completamente seria, impasible.
Salió de su ensimismamiento y sin mirarme, respondió.
-No me mueve nada en concreto, quizá algo de nostalgia por lo que no pude disfrutar en su momento.

Esa voz me era excesivamente familiar.
-¿A-Axel...? ¿Eres, otra vez, tú? -Iba vestido de samurái del siglo XIX, con ropas holgadas, parecían cómodas. No le hizo falta girarse y asintió. -¿Qué haces aquí? Creí que no te gustaban las fiestas... -Señalé el asiento a su lado.- ¿Puedo...?
Asintió lentamente.
-Claro, estamos en un país libre... De hecho, no suelo ir a ninguna, pero... de vez en cuando, puede apetecer, debido a esa rara costumbre, te conocí.
-Ya... -Asentí y clavé la vista en su espada, abriendo desmesuradamente los ojos. No podía ser, la había guardado bajo llave. -¿Des... garradora...? -Tragué saliva ruidosamente.
Rió algo indiferente, quitando hierro al asunto.
-La misma.
-Pero si... me la diste... Y la guardé bajo llave...
-En estos años, las cosas han cambiado demasiado, he mejorado bastante mis habilidades, ¿No vas a decirme nada de mi nuevo peinado? -sonrió. Después de tanto tiempo.
-Estás... guapo. -Sonreí al fin.- Muy guapo.
-Huh, ¿Cuando he dejado de estarlo? por cierto... ¿Qué tal está... el pequeño?
Señalé al frente, indicándole por dónde revoloteaba.
-Me preguntó por ti, ¿sabes?
-¿Ah, si? ¿El qué?
-Pues que dónde te habías metido, si no le querías... Esas cosas que preguntan los niños. -Me encogí levemente de hombros.
-Claro que le quiero, pero... -Se calló de pronto. Parecía haberse acordado de algo o alguien.
-Henry se ha ido. -Dije de pronto, adivinando sus pensamientos.
-A saber cuando volverá, sabes de sobra que no lo trago, y no podré reprimirme otra vez...
-No... -Negué con la cabeza.- Se ha ido para siempre. No volverá a Alemania más.
-¿Y tú qué sabes? Tarde o temprano, tendremos que vernos las caras, y cuando llegue ese momento, no seré el único que quiera pelear.
-No, Axel. No va a volver. Yo se lo pedí.
-Mizuki, Kael y yo, podemos ver el futuro. ¿lo olvidabas?
-No va a volver, Axel. Me da igual el futuro que puedas ver, no va a volver, porque si vuelve, sabe lo que se le viene encima...
Bebió su copa de un trago. -Yo se lo que veo, solo es cuestión de tiempo.
-Ya... -Tragué saliva.- ¿Qué has hecho estos días?
-Nada.
-¿Nada? ¿Nada de nada?
Negó con la cabeza. Yo me levanté y me giré a mirarle.
-¿Sigues no queriendo vivir con nosotros...? Es decir, con tu hijo y conmigo.
-Tus preferencias estuvieron más que claras cuando me dispuse a acabar con él.
-No... Axel... -Suspiré de forma inevitable.- Necesitaba pensar en frío. Han sido casi cuatro años imaginándote, creyendo verte en todos lados...
Desenfundó a desgarradora.
-Creo que las cosas quedaron más que claras.
Me mantuve en el mismo sitio.
-No, creo que te equivocas. Yo no tenía absolutamente nada claro.
-Yo sí.
Asentí levemente y me giré, dispuesta a alejarme de nuevo de él, albergando la pequeña esperanza de que todo aquello era mentira, que quería e iba a estar conmigo para el resto de nuestra existencia.
-Mizuki. -Dijo seriamente.
Me volví y le miré.
-¿Sí?
Alzó a Desgarradora.
-Si quieres que vuelva, vénceme.
Asentí y señalé a lo lejos.
-Aquí no.
-Eso era obvio, no haré una carnicería en público, y mucho menos delante de mi hijo. -Se dispuso a salir, y se metió por un callejón oscuro. Yo le seguí, desenfundando a Ayelet y Asmodeus a la misma vez.
-¿Lista?
-Siempre lo estoy...
-Adelante entonces.
Ambos nos colocamos en guardia y le miré desafiante.
-¿A qué esperas? ¡Ataca!

Ataqué llenando mis espadas de energía mezclada, haciéndolas más fuertes. Desgarradora centelleó roja, con mucha más fuerza de lo que nunca hizo y Axel se lanzó hacia mí, blandiendo con mucha potencia un corte lateral tan fuerte, que en caso de ser parado, propulseria por los aires a quien fuese. Intenté pararlo y, efectivamente, me lanzó unos metros hacia atrás, volando. Me levanté rápidamente y volví hacia él corriendo.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué no atacas? Así no lograrás nada.

Con la empuñadura de Asmodeus por delante, salté, intentando darle en la cabeza con ésta, para despúes golpear con el filo de Ayelet. En ese instante, su figura desapareció, de la pura velocidad, como si de teletransporte de tratase, y con la mano que le quedaba libre, me asestó una colleja.

-¿Lista para lo peor?
-¿Qué es peor que hacerme luchar contigo?
-''Ten el pasado siempre en el presente''. -Sus ojos comenzaron a relucir más aún.
-¿Cómo...? -Le miré confusa pero sin bajar la guardia.
Esta vez, me hizo retroceder al recuerdo de cuando se marchó de Italia.
-¿Qué haces, Axel?

Empezaba a ponerme nerviosa, me comenzaron a sudar las manos irremediablemente. Señaló con el dedo, cambiando la visión, haciendo ver que él mismo se apuñalaba con Ayelet, después de matar a Mastema.

-¡Axel, basta! -Solté las espadas y me llevé las manos a la cabeza.- ¡Basta!

Salimos de esa visión, me asestó un potente puñetazo que me estampó en la pared, rompiendo varios ladrillos, pero sin atravesar la pared, y en esa fracción de segundo, Desgarradora apuntaba a mi cuello, firme, pero quieta.

-Solo tengo una cosa que decir.
Tosí ligeramente y no fui capaz de mirarle.
-¿El qué...?
Envainó a Desgarradora.
-Ganaste la pelea.
-¿C-Cómo...? -Dije con un hilo de voz.- Me acabas de dar un buen golpe, y yo estoy desarmada...
-La mejor pelea no consiste en quien mejor sabe asestar un golpe. Has sabido luchar por tus sueños, por todo cuanto deseabas, e incluso serías capaz de morir por ello. No cabe la menor duda de que te has vuelto muy fuerte, Mizuki, estoy completamente orgulloso de ti, antes de volver con Kael me gustaría cederte un regalo.

Intenté levantarme como pude, cogiendo mi sombrero de bruja.

¿El qué? -Atraje mis espadas y las envainé.

Pronunció un conjuro, el cual restauró mis heridas, y devolvió a mi vestimenta a su estado anterior, estaba tan reluciento como cuando vine.

-Cenicienta siempre está presente. -sonrió.
-Ya veo... ¿Algo más...? -Agaché la cabeza.
-Sí. Te dije que ganaste la pelea, y si has ganado, significa que soy el perdedor, por tanto, volveré, si tú lo quieres.
-No quiero que lo hagas por obligación. Está claro que yo sí quiero, pero... ¿Quieres tú?
-Tengo ciertas dudas, desde lo que pasó, Mizuki. Nada de lo que siento ha cambiado, pero... después de lo ocurrido, no sé qué pensar.
-¿Por qué? Es decir... si tus sentimientos son los mismos, ¿qué dudas tienes?
Afirmó, con un hilo de voz algo quebrado, se había dado la vuelta.
-Dudo de los tuyos.
-¿De los míos?
Asintió levemente.
-Cuando eso pasó, preferiste salvarlo, a pesar de que sabías que me marcharía.
-No, no preferí salvarlo. No quería que nadie saliese herido...
Comenzó a caminar fuera del callejón.
-Las peleas nunca dejarán de librarse, no hay un concepto como la paz absoluta, siempre habrán heridos.
-¿Dónde irás ahora? -Sonrió girando la cabeza hacia mí. -Pero lleva toda su corta vida preguntándose dónde está su padre.
-¿Y por qué crees que vuelvo con su madre? -Tomó mi mano suavemente.
Sonreí y fuimos agarrados de la mano hasta donde se encontraban Ángela y los niños. Kael se acercó corriendo.
-¡¡Papáaaaa!!
Axel le dio un beso en la mejilla a Kael, se sentó y se dirigió a Ángela. -Cuanto tiempo sin vernos, ¿Eh? Gracias por todo lo que hiciste.

Cogí a Kael en brazos y me senté junto a Axel, distrayéndome de la música.

-Axel, Ángela. -Les señalé a Kael, casi dormido encima mía. -Creo que deberíamos volver...
Se levantaron ambos.
-Claro. pero... yo no dormiré.
-Ah, ¿no? ¿Y se puede saber por qué? -Me cargué a Kael sobre el hombro, levantándome.
-Supongo que tendré que hacer la mudanza, ¿O preferís mudaros vosotras? Mizuki ya sabe la manía que tengo al escoger casa, siempre son pequeñas -dijo con ironía.
-¿Acaso crees que la nuestra es pequeña? En Alemania no hay casas pequeñas. -Reí negando con la cabeza.- Pero nos quitaríamos de pagar la casa si nos mudásemos nosotras...
-Claro, pero deberéis hacerme un favor las dos.
-¿De qué se trata?
-Ángela, por favor... tú... deja que pague tu casa, Mizuki sabe que para mi eso es calderilla, y lo veré como un pago, por haberme ayudado este tiempo. Y tu, Mizuki... ¡NO RONQUES! -dijo de broma, riendo.
Eché a reír, pero enseguida chisté y señalé a Kael.
-Yo... -Dijo Ángela en voz baja.- Puedo aceptar que pagues lo poco que queda, pero con la condición de quedarme en ella.
Axel accedió asintiendo.
-Como quieras, pero siempre serás bienvenida por aquí, Mizuki, entonces... ¿dónde dormiremos todos esta noche?
-Creo que esta noche, aún dormiremos en casa de Ángela. El pequeño está reventado...
-Claro. -Asintió.- Mizuki, ¿puedo hacer algo antes de entrar en casa?
-Claro, cariño... ¿Puedo saber qué?
-Ángela, puedes meter en la cama a Kael...?

Ángela asintió y cogió a Kael, llevando a Shane de la mano hacia casa. Yo miré a Axel, con una mirada interrogante.

-¿Y bien?
Miró a la luna.
-He tomado una decisión sobre lo que hacer, Mizuki, y quiero que... me digas si he hecho mal escogiendo lo que quiero hacer, llevo demasiado tiempo esperando a hacer esto.
-¿El qué, Axel?

Juntó sus labios con los míos otra vez, lo ansiaba desde hace demasiado tiempo, posó una mano sobre mi espalda y la otra sobre mi mejilla, dejando que mis rizos surcasen sus dedos, como otrora habían hecho. Llevé mis manos a su espalda por debajo de sus brazos, notando el calor de su piel a través del disfraz. Ese beso había sido demasiado ansiado, durante cuatro años. Separó sus labios de los míos y se acercó a mi oído, y dijo en un único susurro.
-Mi camino... Te he escogido a ti, Mizuki.