lunes, 8 de octubre de 2012

Capítulo 14: Sueños cumplidos.

Habían pasado los días sin haber vuelto a saber de Axel, pero había estado entretenida preparando el disfraz de Kael y el mío para la fiesta de Halloween que se celebraría esa noche en un parque del centro. El ayuntamiento de nuestra localidad había estado ahorrando para ello, aunque había que pagar un precio significativo por guardarse una plaza en esa fiesta. El disfraz de Kael era La Cosa, bueno, mejor dicho, La Mini-Cosa. Yo había escogido a la típica bruja. Además, con el pelo rojo, daba el pego. Fuimos Ángela y yo con los niños a la fiesta, admirando lo bien que lo pasaban grandes y pequeños. Bailamos con los niños, divirtiéndonos alegres esa noche.

Me acerqué a una de las mesas con comida, ya que Kael se había quejado de que tenía sed. Mientras servía un poco de zumo en un vasito de plástico, distinguí unos ojos rojos que se acercaban entre las luces de fiesta de la calle, pero con la cara envuelta en sombras. Mi sonrisa se tornó un gesto serio, ciertamente preocupado. ¿Qué hacía un demonio allí?
La figura caminó hasta llegar, se sirvió una copa y tomó asiento sin molestar a nadie.

Le llevé su zumo a Kael y le dejé a cargo de Ángela. Asintió al ver mi gesto y se llevó a los niños a unos asientos para descansar un poco. Me acerqué a esos ojos que refulgían rojos, entrecerrando los ojos para intentar ver su cara, mientras me plantaba frente a él, sin mediar palabra.
Ni siquiera se movió, no se dio cuenta de que me tenía delante, solo dio un ligero trago a su copa, y encendió un cigarro.
-¡Eh, tú! ¿Qué pintas en una fiesta como ésta llena de niños? -Me mostraba completamente seria, impasible.
Salió de su ensimismamiento y sin mirarme, respondió.
-No me mueve nada en concreto, quizá algo de nostalgia por lo que no pude disfrutar en su momento.

Esa voz me era excesivamente familiar.
-¿A-Axel...? ¿Eres, otra vez, tú? -Iba vestido de samurái del siglo XIX, con ropas holgadas, parecían cómodas. No le hizo falta girarse y asintió. -¿Qué haces aquí? Creí que no te gustaban las fiestas... -Señalé el asiento a su lado.- ¿Puedo...?
Asintió lentamente.
-Claro, estamos en un país libre... De hecho, no suelo ir a ninguna, pero... de vez en cuando, puede apetecer, debido a esa rara costumbre, te conocí.
-Ya... -Asentí y clavé la vista en su espada, abriendo desmesuradamente los ojos. No podía ser, la había guardado bajo llave. -¿Des... garradora...? -Tragué saliva ruidosamente.
Rió algo indiferente, quitando hierro al asunto.
-La misma.
-Pero si... me la diste... Y la guardé bajo llave...
-En estos años, las cosas han cambiado demasiado, he mejorado bastante mis habilidades, ¿No vas a decirme nada de mi nuevo peinado? -sonrió. Después de tanto tiempo.
-Estás... guapo. -Sonreí al fin.- Muy guapo.
-Huh, ¿Cuando he dejado de estarlo? por cierto... ¿Qué tal está... el pequeño?
Señalé al frente, indicándole por dónde revoloteaba.
-Me preguntó por ti, ¿sabes?
-¿Ah, si? ¿El qué?
-Pues que dónde te habías metido, si no le querías... Esas cosas que preguntan los niños. -Me encogí levemente de hombros.
-Claro que le quiero, pero... -Se calló de pronto. Parecía haberse acordado de algo o alguien.
-Henry se ha ido. -Dije de pronto, adivinando sus pensamientos.
-A saber cuando volverá, sabes de sobra que no lo trago, y no podré reprimirme otra vez...
-No... -Negué con la cabeza.- Se ha ido para siempre. No volverá a Alemania más.
-¿Y tú qué sabes? Tarde o temprano, tendremos que vernos las caras, y cuando llegue ese momento, no seré el único que quiera pelear.
-No, Axel. No va a volver. Yo se lo pedí.
-Mizuki, Kael y yo, podemos ver el futuro. ¿lo olvidabas?
-No va a volver, Axel. Me da igual el futuro que puedas ver, no va a volver, porque si vuelve, sabe lo que se le viene encima...
Bebió su copa de un trago. -Yo se lo que veo, solo es cuestión de tiempo.
-Ya... -Tragué saliva.- ¿Qué has hecho estos días?
-Nada.
-¿Nada? ¿Nada de nada?
Negó con la cabeza. Yo me levanté y me giré a mirarle.
-¿Sigues no queriendo vivir con nosotros...? Es decir, con tu hijo y conmigo.
-Tus preferencias estuvieron más que claras cuando me dispuse a acabar con él.
-No... Axel... -Suspiré de forma inevitable.- Necesitaba pensar en frío. Han sido casi cuatro años imaginándote, creyendo verte en todos lados...
Desenfundó a desgarradora.
-Creo que las cosas quedaron más que claras.
Me mantuve en el mismo sitio.
-No, creo que te equivocas. Yo no tenía absolutamente nada claro.
-Yo sí.
Asentí levemente y me giré, dispuesta a alejarme de nuevo de él, albergando la pequeña esperanza de que todo aquello era mentira, que quería e iba a estar conmigo para el resto de nuestra existencia.
-Mizuki. -Dijo seriamente.
Me volví y le miré.
-¿Sí?
Alzó a Desgarradora.
-Si quieres que vuelva, vénceme.
Asentí y señalé a lo lejos.
-Aquí no.
-Eso era obvio, no haré una carnicería en público, y mucho menos delante de mi hijo. -Se dispuso a salir, y se metió por un callejón oscuro. Yo le seguí, desenfundando a Ayelet y Asmodeus a la misma vez.
-¿Lista?
-Siempre lo estoy...
-Adelante entonces.
Ambos nos colocamos en guardia y le miré desafiante.
-¿A qué esperas? ¡Ataca!

Ataqué llenando mis espadas de energía mezclada, haciéndolas más fuertes. Desgarradora centelleó roja, con mucha más fuerza de lo que nunca hizo y Axel se lanzó hacia mí, blandiendo con mucha potencia un corte lateral tan fuerte, que en caso de ser parado, propulseria por los aires a quien fuese. Intenté pararlo y, efectivamente, me lanzó unos metros hacia atrás, volando. Me levanté rápidamente y volví hacia él corriendo.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué no atacas? Así no lograrás nada.

Con la empuñadura de Asmodeus por delante, salté, intentando darle en la cabeza con ésta, para despúes golpear con el filo de Ayelet. En ese instante, su figura desapareció, de la pura velocidad, como si de teletransporte de tratase, y con la mano que le quedaba libre, me asestó una colleja.

-¿Lista para lo peor?
-¿Qué es peor que hacerme luchar contigo?
-''Ten el pasado siempre en el presente''. -Sus ojos comenzaron a relucir más aún.
-¿Cómo...? -Le miré confusa pero sin bajar la guardia.
Esta vez, me hizo retroceder al recuerdo de cuando se marchó de Italia.
-¿Qué haces, Axel?

Empezaba a ponerme nerviosa, me comenzaron a sudar las manos irremediablemente. Señaló con el dedo, cambiando la visión, haciendo ver que él mismo se apuñalaba con Ayelet, después de matar a Mastema.

-¡Axel, basta! -Solté las espadas y me llevé las manos a la cabeza.- ¡Basta!

Salimos de esa visión, me asestó un potente puñetazo que me estampó en la pared, rompiendo varios ladrillos, pero sin atravesar la pared, y en esa fracción de segundo, Desgarradora apuntaba a mi cuello, firme, pero quieta.

-Solo tengo una cosa que decir.
Tosí ligeramente y no fui capaz de mirarle.
-¿El qué...?
Envainó a Desgarradora.
-Ganaste la pelea.
-¿C-Cómo...? -Dije con un hilo de voz.- Me acabas de dar un buen golpe, y yo estoy desarmada...
-La mejor pelea no consiste en quien mejor sabe asestar un golpe. Has sabido luchar por tus sueños, por todo cuanto deseabas, e incluso serías capaz de morir por ello. No cabe la menor duda de que te has vuelto muy fuerte, Mizuki, estoy completamente orgulloso de ti, antes de volver con Kael me gustaría cederte un regalo.

Intenté levantarme como pude, cogiendo mi sombrero de bruja.

¿El qué? -Atraje mis espadas y las envainé.

Pronunció un conjuro, el cual restauró mis heridas, y devolvió a mi vestimenta a su estado anterior, estaba tan reluciento como cuando vine.

-Cenicienta siempre está presente. -sonrió.
-Ya veo... ¿Algo más...? -Agaché la cabeza.
-Sí. Te dije que ganaste la pelea, y si has ganado, significa que soy el perdedor, por tanto, volveré, si tú lo quieres.
-No quiero que lo hagas por obligación. Está claro que yo sí quiero, pero... ¿Quieres tú?
-Tengo ciertas dudas, desde lo que pasó, Mizuki. Nada de lo que siento ha cambiado, pero... después de lo ocurrido, no sé qué pensar.
-¿Por qué? Es decir... si tus sentimientos son los mismos, ¿qué dudas tienes?
Afirmó, con un hilo de voz algo quebrado, se había dado la vuelta.
-Dudo de los tuyos.
-¿De los míos?
Asintió levemente.
-Cuando eso pasó, preferiste salvarlo, a pesar de que sabías que me marcharía.
-No, no preferí salvarlo. No quería que nadie saliese herido...
Comenzó a caminar fuera del callejón.
-Las peleas nunca dejarán de librarse, no hay un concepto como la paz absoluta, siempre habrán heridos.
-¿Dónde irás ahora? -Sonrió girando la cabeza hacia mí. -Pero lleva toda su corta vida preguntándose dónde está su padre.
-¿Y por qué crees que vuelvo con su madre? -Tomó mi mano suavemente.
Sonreí y fuimos agarrados de la mano hasta donde se encontraban Ángela y los niños. Kael se acercó corriendo.
-¡¡Papáaaaa!!
Axel le dio un beso en la mejilla a Kael, se sentó y se dirigió a Ángela. -Cuanto tiempo sin vernos, ¿Eh? Gracias por todo lo que hiciste.

Cogí a Kael en brazos y me senté junto a Axel, distrayéndome de la música.

-Axel, Ángela. -Les señalé a Kael, casi dormido encima mía. -Creo que deberíamos volver...
Se levantaron ambos.
-Claro. pero... yo no dormiré.
-Ah, ¿no? ¿Y se puede saber por qué? -Me cargué a Kael sobre el hombro, levantándome.
-Supongo que tendré que hacer la mudanza, ¿O preferís mudaros vosotras? Mizuki ya sabe la manía que tengo al escoger casa, siempre son pequeñas -dijo con ironía.
-¿Acaso crees que la nuestra es pequeña? En Alemania no hay casas pequeñas. -Reí negando con la cabeza.- Pero nos quitaríamos de pagar la casa si nos mudásemos nosotras...
-Claro, pero deberéis hacerme un favor las dos.
-¿De qué se trata?
-Ángela, por favor... tú... deja que pague tu casa, Mizuki sabe que para mi eso es calderilla, y lo veré como un pago, por haberme ayudado este tiempo. Y tu, Mizuki... ¡NO RONQUES! -dijo de broma, riendo.
Eché a reír, pero enseguida chisté y señalé a Kael.
-Yo... -Dijo Ángela en voz baja.- Puedo aceptar que pagues lo poco que queda, pero con la condición de quedarme en ella.
Axel accedió asintiendo.
-Como quieras, pero siempre serás bienvenida por aquí, Mizuki, entonces... ¿dónde dormiremos todos esta noche?
-Creo que esta noche, aún dormiremos en casa de Ángela. El pequeño está reventado...
-Claro. -Asintió.- Mizuki, ¿puedo hacer algo antes de entrar en casa?
-Claro, cariño... ¿Puedo saber qué?
-Ángela, puedes meter en la cama a Kael...?

Ángela asintió y cogió a Kael, llevando a Shane de la mano hacia casa. Yo miré a Axel, con una mirada interrogante.

-¿Y bien?
Miró a la luna.
-He tomado una decisión sobre lo que hacer, Mizuki, y quiero que... me digas si he hecho mal escogiendo lo que quiero hacer, llevo demasiado tiempo esperando a hacer esto.
-¿El qué, Axel?

Juntó sus labios con los míos otra vez, lo ansiaba desde hace demasiado tiempo, posó una mano sobre mi espalda y la otra sobre mi mejilla, dejando que mis rizos surcasen sus dedos, como otrora habían hecho. Llevé mis manos a su espalda por debajo de sus brazos, notando el calor de su piel a través del disfraz. Ese beso había sido demasiado ansiado, durante cuatro años. Separó sus labios de los míos y se acercó a mi oído, y dijo en un único susurro.
-Mi camino... Te he escogido a ti, Mizuki.

No hay comentarios:

Publicar un comentario