lunes, 15 de octubre de 2012

Capítulo 21: Renacer.

Mi madre se acercó a mi, despertándome de mi duermevela agitándome levemente por un hombro. -Hija, vete a casa, descansa bien, dúchate, come bien, y luego, cuando te encuentres mejor, vienes. Me desperecé disimuladamente, parpadeando varias veces. Tenía los ojos ciertamente pegados por las legañas, debidas a que, casi siempre, me quedaba dormida llorando. Asentí a mi madre y cogí un taxi a casa. Mientras me duchaba, comencé a pensar en todo desde hace un mes hasta el momento actual. La primera semana, no me había movido del lado de Axel, hasta que mi madre me dijo que debía ducharme, que no podría estar allí eternamente, y tenía razón. Me sentía sucia, pero, a su vez, me sentía inútil por no poder hacer que Axel despertase de su coma. Había estado un día tras otro con él, era reacia a volver a casa para cualquier cosa, pero sabía que, por mi bien, debería hacerlo. Así que, mientras yo iba a casa a asearme y descansar un poco, mis padres o Ángela se quedaban en el hospital con él. Lo que más rabia me daba de todo era que Kael no dejaba de preguntar por su padre, y no podía decirle la verdad. Le había dicho que papá estaba malito, y que estaba en el hospital, que le vería pronto, pero... ¿realmente volveríamos a verle despierto algún día? Toda mi fuerza la destinaba a creer que así sería, no podía perder la esperanza, si no, estaría completamente perdida. Total, cuando terminé, y dormí, -si a eso se le puede llamar dormir,- volví al hospital. Allí estaban mis padres, hablando de sus cosas. Al verme llegar, se levantaron ambos y dejaron de hablar. Me acerqué con el ceño ligeramente fruncido, pensaba que estarían hablando de algo de lo que no podía enterarme. Me crucé de brazos, hacía algo de fresco en el pasillo. -¿Ocurre algo? -Miré a mis padres, cambiando la vista de uno a otro. -No, hija, para nada. Estábamos hablando de lo que pasó en la iglesia... Nada más. -Mi padre me abrazó por los hombros, dándome calor, gesto que agradecí con una mirada y una pequeña sonrisa. -¿Cómo está Axel...? -Pregunté, con un hilo de voz. Mi madre se encogió de hombros y me cogió la mano. -Parece que sigue igual, mi niña... Entra a verle, si te parece. Asentí y entré, viéndole allí, intubado, enchufado a una maldita máquina que respiraba por él, dormido aún. Había soñado muchas veces despierta con su despertar, y, al parecer, cuando me puse a su lado y le cogí suavemente la mano, la imaginación me jugó una mala pasada. Parecía haber abierto los ojos, pero, al fijarme, aún los tenía cerrados. Me desplomé en un asiento a su lado, sin soltarle la mano. De repente, me pareció notar un ligero apretón, muy débil, en la mano. Miré a Axel, pero aún tenía los ojos cerrados. Sacudí la cabeza, intentando relajar la mente, y sacudirme esas "ensoñaciones" de la cabeza. Un rato después, estaba de pie, mirando hacia la pared, de espaldas a Axel, y me pareció oír un leve quejido. Al darme la vuelta, todo seguía igual. Me volví a acercar a Axel, cogiéndole de nuevo la mano, y acercándome a su rostro. -¿A-Axel...? -Susurré con un hilo de voz, casi con miedo. No ocurrió nada, todo seguía en silencio, o lo hubiese estado completamente si no hubiese sido por la dichosa máquina. -¿Axel? -Volví a llamar, pero nada sucedió. Cuando me iba a dar por rendida y a soltarle de nuevo la mano, algo me lo impidió. Me miré la mano, sorprendida. La mano de Axel estaba apretada, reitero, apretada alrededor de la mía. Subí mis ojos desde nuestras manos hasta sus ojos, y allí vi un leve destello rojo que se clavaba en mis ojos. En ese momento, fui la mujer más feliz del mundo. Axel había despertado. Le respondí al apretón de la mano ligeramente, no quería hacerle daño. Tenía los ojos entreabiertos, y las ojeras se le marcaban más de lo normal. -Axel... Has despertado... -Sonreí y un par de lágrimas cayeron sobre las sábanas de la camilla, humedeciéndolas. -He... ¿despertado? -Susurró, algo debilitado aún. Yo asentí y cerré los ojos un segundo. -Llevabas en coma un mes, amor mío... -Besé su mano con cariño, con toda la dulzura existente. -¿Un mes...? Joder, ¿Me he tirado un mes con David el Gnomo...? -Axel rió con poca fuerza y tosió. -Sí... Pero no hables, no hagas esfuerzos. Voy a llamar al médico. Salí de allí como una bala, encontrándome con mis padres en el pasillo. Se me quedaron mirado mientras corría por los pasillos en busca del médico. Al volver con éste, me paré en la puerta y fui hacia mis padres. -¡Ha despertado! ¡Ha despertado! Mi madre sonrió con dulzura y me abrazó, y mi padre nos abrazó a ambas, abarcándonos con sus brazos. -Nos alegramos tanto, hija mía... -Mi madre parecía emocionada,casi tanto como yo. Volví dentro, con Axel y el médico. -Aún tenemos que hacerle algunas pruebas, -anunció el médico, -y dejar que se recupere, por supuesto. Pero, por el momento, parece estable. Asentí y nos dejó de nuevo a solas. -Estás bien, ¿lo has oído? Axel asintió, esbozando una pequeña sonrisa. -Me recuperaré antes de mañana, de eso podéis estar seguros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario